Crítica: Violette

Cartel de VioletteMartin Provost de nuevo con otra entrega excelente del ciclo que ya comenzara en 2008 con “Séraphine” dedicado a escritoras y pintoras francesas. Un drama biográfico. Crítica de la película “Violette”.

La película comienza en un amanecer del año 1942, con un maravilloso paisaje y Violette Leduc (Emmanuelle Devos). Violette es la hija bastarda de un noble y de una mujer que no ejerce con ella como madre cariñosa; a raíz de esta contradicción Violette será una mujer dominada por la inseguridad. Su vida se debatirá entre negaciones profundas y viendo su educación truncada por la primera guerra mundial, un nuevo revés en su camino. Extremadamente perdida por los excesos e insolvencia de su comportamiento conoce a Simone de Beauvoir (Sandrine Kiberlain) en la posguerra, en Saint Germain des Prés, comenzando así una relación complicada e intensa que va a durar toda sus vidas, relación basada en la búsqueda de libertad de Violette y la convicción de Simone de tener entre manos el destino de una escritora fuera de lo común. “La Bastarda” es la obra sublime de Violette Leduc, historia autobiográfica, violenta, gloriosa y hermosa, con la que se dio a conocer y con la que salió de la pobreza. El prólogo fue escrito por Simone de Beauvoir y comienza con una carta que Violette le envió donde decía: “Soy un desierto que monologa”. Dicha novela contra todo pronóstico y censuras estuvo a punto de conseguir el Premio Goncourt, en el año 1965, un escándalo para toda Europa y un éxito en la senda de la mujer.

Imagen de VioletteAcostumbrados como estamos en verano a un cine puramente comercial, francamente contraproducente, el hecho de que Provost se adentre en este proceloso drama e incluso se recree en él contribuye a labrar una esperanza y una decisión de asistir al buen cine este mes de junio.

Martin Provost, con guion de René de Ceccatty, Marc Abdelnour y de su propia mano, saca a la pantalla la historia de una mujer fuerte y valiente “Violette”, que hablaba de sexualidad, del placer y el no placer, de la libertad de hacer sexo cuando apetezca, de sentir sencillamente el cuerpo como mujer. Hablaba del respeto a todas las creencias. De luchar contra los prejuicios, los tabúes y las normas. Violette Leduc fue de las pocas mujeres que en aquel tiempo se hallaban en proceso activo de emancipación luchando por compartir con los hombres el plano de la igualdad considerando que únicamente las mujeres que consiguen la emancipación son auténticamente libres. Esa pasión alimentó sus libros.

En la película se disfrutan sus palabras y se siente su sufrimiento pues entre una bonita música de Hugues Tabar-Nouval sus versos adornan cada fotograma triste o desesperado, a la vez que la fotografía de Yves Cape hace de la imagen un regalo para los sentidos. La mayoría de las escenas de todos los actos de esta película son estupendas como podría serlo una buena pieza de teatro, una lógica culminación para dos mujeres grandes. En el reparto solo puedo decir: acertadísimo, no puede ser más creíble la historia. Solo queda aplaudir a Emmanuelle Devos, Sandrine Kiberlain, Catherine Hiegel, Olivier Gourmet, Olivier Py, Jacques Bonaffe, Nathalie Richard, Stanley Weber, Fabrizio Rongione, a su director Martin Provost y a todos los que pusieron su granito de arena para que fuese un perfecto trabajo.

“Tengo miedo a morir y estoy desconsolada por haber nacido. Me iré igual que como llegué, incauta, plagada de los defectos que me han torturado”. Violette Leduc.

“Coja su pluma. Sus gritos, sus lágrimas, no la ayudarán, la escritura sí”.  Simone de Beauvoir

En esta película se recoge una idea, unos principios, un ansia de independencia y felicidad.

 Si pueden, véanla.