Crítica: La mejor oferta
10 julio 2013 3 comentarios
Giuseppe Tornatore, como cada vez que nos brinda una obra, nos traslada con maestría de la sala de cine al corazón de su historia. Recordando todas sus películas nos situamos en 1988 donde nos cautivó con “Cinema Paradiso”, en 1998 en “El hombre de las estrellas” nos habló de ilusión cinematográfica, en 2000 mostró la intolerancia y la marginación con “Malena”; en 2009, su película más costumbrista: “Baaria”, y en 2013 vemos surgir y transcurrir con toda ecuanimidad una obra con sus caracteres propios, con una explícita, esencial y onda raíz y con un contexto peculiar extraordinario. Crítica de la película “La mejor oferta”.
Así, director y guionista, Giuseppe Tornatore relata como Virgil Oldman (Geoffrey Rush) es un hombre solitario; un excéntrico, estirado y maniático, experto en arte y agente de subastas, distinguido y popular en todo el mundo. Su vida transcurre al margen de cualquier sentimiento afectivo hasta que conoce a una hermosa y misteriosa joven (Sylvia Hoeks) que le encarga tasar y vender las obras de arte heredadas de sus padres. La aparición de esta joven, que sufre una extraña enfermedad psicológica que la mantiene aislada del mundo, transformará para siempre la vida de Virgil.
La coherencia interna del cine de Tornatore es algo que está fuera de toda duda, y en este sentido “La mejor oferta” es un film regido por unos códigos dentro de un sistema de creación y técnica de trabajo como en toda su profusa y extensa carrera. La manera con que el gran director trata el tema y la identificación personal de sus ideas en cada momento y sobre cada trazo, produce la gratificación que ocasiona lo previsible sobre lo inesperado. Desde el propósito inicial, el film comienza a evolucionar por sí mismo, a cobrar facetas y sentido cinematográfico dentro de un texto que es un trozo de vida, los personajes seres humanos oscuros y prudentes y la trama un interés que se desarrolla con todas sus consecuencias hasta el final. Nos habla de aislamiento, miedo, decencia, amor y de traición.
Nos muestra la soledad de una persona mayor y cómo se desmorona cuando un aura de juventud entra como soplo de vida por la ventana de su corazón, nos habla de la traición y la mentira como salida válida y nos muestra metafóricamente como dos personalidades se van formando paralelas a medida que avanza la narración, esta simbología me ha gustado en especial. Símbolos, buen lenguaje fílmico, excelentes movimientos de cámara, un color de conjunto dinámico, puntos de humor serio y los giros precisos, todo, como instrumento humano en su manera de ver el mundo en que vivimos y como siempre aportando esa sensibilidad que le caracteriza. Estupenda fotografía de Fabio Zamarión y la magistral música de Ennio Morricone.
Unas brillantes interpretaciones por parte de un extraordinario elenco, donde a mi modo de ver destaca sobremanera la carismática presencia de Geoffrey Rush, que da a su personaje un alma en apariencia feliz pero atormentada haciendo vivir al exitoso hombre de negocios superado por un inesperado destino, como digo, un elemento potenciador del atractivo de esta estupenda película. Hay que mencionar a Donald Sutherland, en un pequeño pero buen papel.
Tornatore es un hombre de cine, que hace cine verdadero.
El peso del valor de este admirado director hay que buscarlo en toda su obra. La película que hoy reseñamos no es lo mejor del director italiano pero levanta espectáculo, tiene la magia del cine, ecuación visual, importancia y significado.
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