Crítica: La casa del reloj en la pared

Del director, productor y actor de cine Eli Roth, llega a nuestras pantallas en época otoñal con una película familiar y mágica con guion del escritor de cine también americano Eric Kripke , tomando como base la novela “La casa del reloj en sus paredes” del novelista John Bellairs, un libro que le reportó al famoso autor una gran cantidad de premios literarios. Para nosotros, ahora  en el cine, como “La casa del reloj en la pared”.

Al principio de la película un plano nos muestra a Lewis (Owen Vaccaro), un niño de diez años que recibe una carta de su tío, hermano de su madre, Jonathan Barnavelt (Jack Black) que lo invita a vivir en su casa ya que Lewis se ha quedado huérfano y solo le tiene a él. El chico acepta la propuesta de su tío y toma el tren para dirigirse a aquella casa que desconoce. Pronto descubrirá los misterios de la vieja casona, los relojes, los sillones, los cuadros, los jardines y todos los mundos secretos y escalofriantes que un niño de esa edad puede imaginar. Descubrirá a una persona que no espera, alta, delgada. Era aquello algo maravilloso y extraño… ¡la señora Florence Zimerman (Cate Blanchett), vecina y amiga de su tío Jonathan, era sorprendente!

Después de una ingeniosa presentación de personajes, Eli Roth utiliza la afluencia de la magia como centro nuclear de energía narrativa, allí, entre otras observaciones nos encontramos con extravagantes avatares de los fantásticos protagonistas. El director decide dar paso libre a los mecanismos de la ficción, asegurándose su eficacia tras explotar el suspense, una intriga fuerte que se adapta como anillo al dedo a las expectativas de espectadores infantiles . Como en un mar inverosímil, la vida en esta historia es mágica. Sirva como descripción de un microcosmos de personajes serios que para nada lo son, el film tiene un aire de cine de aventuras, thriller, terror y fantasía. Un cuento, con un complaciente Jack Black, aprendiendo a ser serio con toda la gracia y el miedo que le confiere Eli Roth.

La película navega por las aguas de lo convencional, sin defectos esenciales y muy en la línea del cine que acostumbra su director, en teoría está muy alejado de su influencia aunque realmente se ve el trazo y la vocación de Eli Roth.

“La casa del reloj en la pared” funciona cuando no pretende otra cosa que resultar una de tantas películas entretenidas, autoconsciente en la forma. Simpática. Afectiva y con algo de provocación en los momentos más “terroríficos”. Eso sí, su clímax sustentado por un buen libro y vitaminado por Cate Blanchett, la hace suficiente.

La música es de Nathan Barr. En la fotografía, Rogier Stoffers. Y en el reparto: Owen Vaccaro, Jack Black, Cate Blanchett, Kyle MacLachlan,  Colleen Camp, Renée Elise Goldsberry, Sunny Suljic, Ricky Muse, Braxton Bjerken, Perla Middleton, Charles Green, Demetri Landell, Alli Beckman, Van Marten, Chris Adams y Aaron Beelner.

Esta coproducción de Estados Unidos, India y Canadá, es una película para verla en familia mejor si los niños tienen más de diez años.

Crítica: Toy Story 3

Pixar da la mano en esta ocasión a Lee Vukrich, para sacar a los cines una nueva entrega de los juguetes más dinámicos del celuloide. «Toy Story 3» la nueva película de esta factoría, como sus antecesoras, nos entretiene, divierte, e incluso nos emociona, historia que no se resiste al análisis, tiene todos los ingredientes de una buena película de animación.

La nueva historia de los muñecos comienza así: El miedo. El primer sentimiento que se había apoderado de Woody El Vaquero, Buzz Lightyear, Jessie, Bullseye, Rex, los marcianitos, el matrimonio potado y algunos más del grupo de juguetes, era un miedo sofocante habían sentido la necesidad de esconderse, con las manos aferradas a la caja donde iban a ser transportados. Woody, pensaba desde hacia horas. Antes de abandonar la casa, habían de resumir sus vivencias  para nunca olvidarlas,  las últimas noticias que le habían llegado eran horribles y les habían impactado. Tenían que averiguar una pista sobre su destino, en el transcurso de los días habían asumido el hecho de que Andy se incorporaba  a la universidad, tras comentarios escuchados parecía ser que la mamá de Andy y Molly quería donarlos a Sunnyside, eso a ellos les sonaba a prisión de juguetes, aunque estarían con niños, jugarían mucho, pero es una guardería, quizás esos niños pequeños no los trataran bien, claro que eso es mejor que estar en el desván de una casa… Aun así estaban muy preocupados.

¿Donde viajarán estos traviesos juguetes? Para descubrirlo hay que ver la película.

«Toy Story 3» es un retrato de amistad y lealtad, reseña también el miedo a tener de empezar de nuevo con amigos que aún no conoces, el miedo a un incierto futuro, a lo desconocido, todo ello plasmado con profundidad y entusiasmo, su realizador ha sabido cómo dar sentimiento humano a unos pequeños juguetes, sacando una gran aventura de miniaturas, que nos regala un rato de efectivo entretenimiento, que termina felizmente y el amor, bienestar y amistad triunfan más allá de lo que los personajes minúsculos imaginan. Una película muy válida para el público infantil al cual está dirigida, yo, que pasé a la sala de proyección con entusiasmo, siento que no he crecido al verla. Es una cinta de aventuras con algún punto de humor, ágil, jovial, divertida, tiene una tremenda factura técnica, dinamismo en la animación, las texturas de los detalles gráficos con esos colores tan variados son excelentes, el trabajo desde lo digital es fenomenal.

Resumiendo, una agradable y cuidada producción gráfica: vacaciones, papás, niños, cine, diversión. Hasta el infinito y más allá.

Crítica: En pata de guerra

Cartel de la película de Roger Kumble“En Pata de Guerra” es otra comedia americana sacada del saco, en este caso mete la pata (hablamos de patas) el director americano Roger Kumble, que desde “Crueles Intenciones” no ha vuelto a tener un serio acierto a la hora de mostrar su cine. Con esta “divertida” película una vez más da ánimo al público para recomendarle que se aplique en la profesión e imagine, cree, fabrique cine, que tenemos ganas de aplaudirle.
Chicago es su ciudad pero su nuevo trabajo está en Oregón, en la construcción de una nueva urbanización que según los acuerdos respeta el medio ambiente, su misión, supervisar las obras. A Dan Sanders (Brendan Fraser), su mujer Tammy (Brooke Shields) y su hijo adolescente Tyler (Matt Prokop), acostumbrados a vivir en la ciudad, esta vida de naturaleza les resulta asfixiante, además está su rígido jefe Neall (Ken Jeong) que les presiona para que su “mina de oro”, que es este proyecto, se realice según lo previsto. Los problemas de Dan y de su familia no han hecho más que empezar, pues los animales del bosque conocen su gran parte de culpa en la invasión de su entorno natural y la destrucción de su ecosistema.
Examinar el argumento y hacer un análisis no tiene sentido, “En Pata de Guerra” es tan simple y tan insustancial, que mi ánimo a comentarla es nulo, es una comedia americana de consumo, construida con tópicos y chistes trilladísimos, con una retahíla de sucesiones absurdas de baja calidad y de nula composición ética. Lo que se narra no tiene el más mínimo asidero, circunstancias llenas de ligerezas que pasan de lo que pretende a un rechazo natural por parte del espectador al que humilla al tratar como a un idiota, En definitiva, una comedia malograda, que no saca a relucir conceptos nuevos sino que sólo muestra los clichés más utilizados en el género. A pesar de ser una redundante y gastada alternativa, la propuesta es inconsistente y deja ver muchas flaquezas de un guión inefectivo que no entusiasma en ningún momento.
Tiene un mal desarrollo de personajes, histriónicos y fuera de lo que es una seria figura de entretenimiento, en cuanto al reparto, es inconcebible cómo no puede haber ni uno sólo que haga un papel, al menos, decente. Bredan Fraser está rematadamente mal, no espero un papel fantástico de este actor pero en la película anterior “Medidas Extraordinarias” hace una interpretación aceptable, aquí en “En Pata de Guerra”, -vaya con el titulito-, Fraser se pierde en la mediocridad de la imbecilidad. De los demás intérpretes no voy a opinar por separado. Como he dicho, está todo maravillosamente escogido: guión, reparto, dirección de actores, efectos especiales, sonido, para que de este conjunto salga esta majadería.
Si pensáis en una película innovadora que de su visionado salga algo positivo, prescindir de ver esta película sería muy acertado.

Donde viven los monstruos

Spike Jonze nos presenta una película que esperábamos desde hace tiempo, este polifacético artista, director, productor musical y cinematográfico, ha dirigido varios largometrajes, más de una treintena de videos musicales, y es columnista en alguna revista de música. En el año 2000 fue nominado a los premios Oscar en calidad de mejor director por su película “Como ser como Jon Malkovich”, también tiene una nominación a los Globos de Oro por “Ladrón de Orquídeas”, en el año 2003; en resumen, una larga carrera de éxitos en sus distintas facetas.

La historia, es de Maurice Sendak, -escritor y dibujante, nacido en Brooklyn (Nueva York). La escribió en el año 1963 y enseguida alcanzó el número uno en ventas de libro infantil, en  España lo editó Alfaguara en el año 1995 y ya va por la duodécima edición. El guión para la película lo han creado Dave Eggers y Spike Jonze.

Una oferta contada cámara en mano, que hace seguimiento de la vida de Max (Mark Rufalo) un niño  rebelde, desobediente y con una soberbia terrible, que un día es castigado por su madre (Catherine Keener) a irse a su habitación, y donde se va es a la calle, escapando en una barca hacia un mundo desconocido, donde descubrirá unos monstruos que le coronan rey.

Es allí donde se desarrolla esta aventura de criaturas ciclópeas y un niño amotinado.

La historia es visualmente atractiva, la animación 3D le da un maniqueísmo especial. El director sabe crear climas sensibles, logra fenomenales secuencias que combinan una gama de colores desde los sepia a los marrones, tanto  para la animación por ordenador como para los muñecos reales.

Hay algunos momentos que hacen brillar a esos seres que parecen sacados del libro. Con un ritmo narrativo muy agradable.

Muy bonita en su trasfondo conceptual y muy acertada en sus técnica.

Dejando a un lado ese trabajo técnico y práctico del director y buscando en el mensaje, la cinta se apoya en valores universales, aplicados al menor. Al niño protagonista no se le coge cariño, se le aborrece… tiene todos los defectos que podemos no desear en un niño, yo creo que esta película es un claro aviso a los padres, que en esta sociedad moderna contraponen cualquier actividad, (trabajo, gimnasio, copa con amigos, nueva pareja) a estar el mayor tiempo posible con el hijo menor de ocho años; cuidado, estudio, formación, comentarios, apoyo y todo lo que necesita cuando está en el plano más hondo de su formación. Spike Jonze, en su fábula, nos da la alarma de la grata deuda que tenemos para con nuestros niños, que son el futuro.

Una interesante oferta para reflexionar, constituyente de referencias indiscutibles y ineludibles.

Para acabar decir que aun siendo una película infantil, no es apropiada para los más pequeños.

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