Crítica: El amor de Tony

CartelAlix Delaporte: Conflicto narrativo, sin artificios ni aderezos. Critica de la película “El amor de Tony”.

Cuando lo miró, ella comprobó que ese hombre era exactamente igual a como se imaginaba que podía ser el dueño de un barco de pescadores. Era bajo rechoncho, no tenía músculos pero si una enorme barriga que asomaba por encima del cinturón. Llevaba cuando fue a recogerla una ropa estándar y aldeana y una mirada cabizbaja que no levantaba ni un momento. Hubo una pausa, quizás de indecisión, quizás un sentimiento de respeto ante lo importante del momento y sin embargo todo transcurrió según lo previsto. Ella era Angelé (Clotilde Hesme), la mujer que estaba allí, a pocos centímetros de su futuro, de pie a la salida de un bar cutre, con las ideas interrumpidas por el miedo a la turba de comentarios  y disgustos que pudiera acarrear su decisión. Al hombre se le nota cierta agitación pero Tony (Grégory Gadebois), es hombre tranquilo y muy difícil de sorprender, para él lo más  difícil era el abismo a superar, entre la pujanza de una mujer bonita y sus amistades retrógradas. Tiene miedo de que buena parte de su anhelo acabe apolillado convertido en algo inalcanzable… no podría vivir sin ella. Ella, su vida, su ilusión y no le importaba que incluso fuese su maldición, la quería así como era: Angelé un barco a la deriva. Tony Vialet un hombre fuerte y con destreza en los temas de la navegación.

A partir de un perfecto guion que también firma Alix Delaporte, esta directora hace su primer largometraje con unos bien trazados personajes  metidos en los entresijos de la contrariedad, un interesante estudio de caracteres, realizado con habilidad, elegancia, nervio y pocos medios. Rodada en bellos planos, con estructuradas y extensas escenas, con poco diálogo y mucha observación.

Imagen de la películaDestaca el excelente trabajo de Clotilde Hesme, que crea un sólido personaje moviéndose entre desaliento compromiso,  amor, y extrayendo un retrato bien conseguido, también me obligo a mencionar a Grégory Gadebois y a Evelyne Didí ya que tienen un desarrollo sus personajes que complementa perfectamente con el de la protagonista y con las asperezas o acercamientos que derivan sus problemáticas.

En fin, una película tranquila y sensible que puede caer bien a la hora que tengan tiempo de verla y que refleja  marcadamente el amor de una madre por su pequeño.


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