Crítica: La buena mentira

La buena mentiraEl director de cine Philippe Falardeau y su guionista Margaret Nagle crean en este trabajo unos identificables personajes que palpitan vida, amor e inocencia, arrollados por un cruel conflicto y toda una serie de reacciones de dolor. Un duro enfrentamiento sentimental, narrado con ímpetu no explícito, con un impulso latente. Crítica de la película “La buena mentira”.

De Sudán, un país devastado por la sangrienta guerra civil, cuatro jóvenes refugiados, Mamere, Jere, Paul y Abital (Arnold Oceng,  Ger Duany, Emmanuel Jal y Kuoth Wel ) consiguen salir y reubicarse en los Estados Unidos. Tras su llegada a América, los jóvenes conocen a Carrie (Reese Witherspoon), una trabajadora social que, consciente de lo que han pasado, trata de enseñarles cómo desenvolverse en el mundo moderno.
Seres a la deriva que Falardeau contempla sin interferir emocionalmente, dejando que sus pensamientos cotidianos, sus vidas sin estrella y sus humanas reacciones calen en nuestras arterias de manera espontánea, gracias a unos actores, no tan afamados, pero excelentes en sus composiciones.

Un relato lleno de intrusos desplazamientos hacia la supervivencia.

Basada en hechos reales, “La buena mentira” es una película sencilla sobre la devastación que las guerras originan en los sobrevivientes de las partes del mundo menos protegidas. Todos los personajes que mueven el corazón del relato, son presentados con una gran sobriedad y sin necesidad de caer en la parte política del tema, de hecho, no hay ni una sola referencia a nada que detalle motivos e intenciones. Imagen de La buena mentiraCon mano firme, nos muestran la relación entre las personas oprimidas, desvalidas y espantosamente doloridas, contemplando la guerra desde la grandilocuencia afectiva del ser encadenado. Trabajada como un documental pero con cámara fija, esta película, surgida de las vísceras pero contada con la cabeza fría y con el temple necesario para mostrar todo lo que hay que mostrar en el momento preciso y en el tono adecuado, está impregnada de una emoción que no cierra heridas ni abre esperanzas pero es honesta y didáctica.

Por último, la fotografía de Ronald Plante, en general, la estética, que utiliza los paisajes como telón de fondo para que sus criaturas nos muestren el auténtico viaje, con un sentido del ritmo ágil, en el que los diálogos de los primeros veinte minutos, en su lengua original, nos transmiten un mundo de mensajes y unos personajes entrañables en su generosidad. Las escenas son, a veces, auténticos cuadros de pinacoteca, que junto a la música de Martin Leon dominan cada uno de los planos que comparten. Y jugando a quedarnos con casi todo de este film hablamos de los actores: Reese Witherspoon, Corey Stoll, Sarah Baker, Sope Aluko, Sharon Conley, Mike Pniewski, Arnold Oceng, Clifton Guterman, Ger Duany, Emmanuel Jal, Kuoth Wiel,Femi Oguns, Lindsey Garrett, merecedores de aplauso por mostrar, la destilación de una evidente guerra con unas interpretaciones magistrales.

«Si quieres ir rápido ve sólo, si quieres llegar lejos ve en compañía»
Hay que verla para vivirla porque es una lección de cine y de humanidad.

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