Crítica: Magia a la luz de la Luna

Magia a la luz de la lunaNo puedo decir que esta nueva obra del director neoyorkino es la mejor película rodada por él, nos enfadaríamos los que tanto amamos su cine, pero sí que es una de las más hermosas, delicadas, lúcidas y divertidas historias que he visto en los últimos tiempos y sin duda la más sincera. Crítica de la película “Magia a la luz de la Luna”, escrita y dirigida por Woody Allen.

“Magia a la luz de la Luna” es un jardín donde el maestro ha sembrado: un psicoanalista, una mujer que le pide cuentas a su marido después de muerto, su hijo que canta melodías para su enamorada, un mago sin trabajo, una médium-espiritista de no más de 35 años, la madre manager de la brujita, una dulce anciana de 90 años, la esencia de Nietzsche, un poquito de Freud y un mago en la cincuentena.

Stanley Crawford (Colin Firth) un famoso mago inglés que está en Berlín en un magnífico teatro presentando su arte, se hace llamar Wi Ling Soo, es arrogante, calculador, irónico y mira lo espiritual con escepticismo. Dice que no se puede creer en lo que no se ve y no da tregua para la discusión. Una noche después de su espectáculo, convencido por su colega Woward (Simon McBurney), decide dirigirse a la residencia de los Catledge en la Costa Azul para dejar en evidencia el fraude que creen que está realizando Sophie (Emma Stone), una joven vidente, cautivadora y espontanea, que la familia ha contratado para contactar con el esposo-padre ya fallecido, la misión de Stanley será desenmascarar a la jovencita y echar por tierra todas sus trampas. En Provenza muy cerca de allí, Vanessa (Eileen Atkins) la anciana tía de Stanley, tratará de ayudar al preferido de todos sus sobrinos…Y la magia, rondando lo desconocido, lo irracional, la astucia, el agnosticismo, las palabras y el amor.

“Magia a la luz de la Luna” contiene toda la marca distintiva de Allen, el hecho de que en ocasiones no se compartan sus planteamientos, no obsta para negarle su genialidad y su insobornable lección de independencia. “Magia a la luz de la Luna” a ratos dulce, a ratos apasionante y a ratos divertida, pero siempre personal y reflexiva. No cae en la tracción, ni aspira determinadamente al irrealismo, solo cuenta historias de personas más o menos verosímiles y reconocibles como reales o, al menos que cabe aceptar como posibles, es decir, que son imaginables. Imagen de Magia a la luz de la LunaEn un arranque que invita a decir, esto es puro Allen, en un juego de distintas y entendidas ideas, como distintas formas de plantear el juego, tiene su punto de partida y pasa su recorrido y toda su narración esta película; como la cocinera que te enseña a hacer pan o a cuidar las viejas teteras con clases de lucidez actúa el director, y como en la cocina, los espectadores dejamos al maestro que dicte el ritmo, que intervenga con su cámara mostrando esos contrapuntos y esa maravillosa luz resplandeciente en el rostro de Sophie, mientras el resto del escenario goza de luz diferente, de la música que pone y sirve en bandeja de plata el compositor Darius Khondji, de los ingeniosos diálogos y de sus situaciones delirantes que hacen del creer y el no creer un conflicto rico en matices, y demuestra que crear cine y comer debe de ser ante todo, un acto de respeto a uno mismo.

Hay que reconocer que los afortunados que desde antaño seguimos a Woody Allen, hemos ido acrecentando poco a poco nuestra pasión aunque no sea todavía lo suficiente. Mostrar nuestra admiración por él, en lugar de rebuscar algún defectillo, ya sea en el guion o en cualquier otro detalle, es lo que merece la obra de un hombre sobresaliente, que aún haciendo trabajos de los que llaman algunos críticos “menores” (que no es el caso) están por encima de todo lo que brinda la cartelera. A Woody Allen le puede dar igual que sus películas alcancen éxito en el momento de su estreno o  que permanezcan mudas durante el tiempo, dormidas en su colchón dorado pero no es así para los espectadores que obviamente nos fortalecen sus luminosas y vitalistas sátiras.   El valor progresivo de su obra confirma, matiza, amplía lo que en realidad todos sabemos y que permitirá también en el futuro que otros se asombren de su riqueza, su naturalidad y su honestidad.

Un diez para el director de casting: Emma Stone, Colin Firth, Marcia Gay Harden, Jacki Weaver, Eileen Atkins, Simon McBurney, Hamish Linklater, Erica Leerhsen, Jeremy Shamos, Antonia Clarke,Natasha Andrews, Valérie Beaulieu, Peter Wollasch, Jürgen Zwingel, Wolfgang Pissors, Sébastien Siroux y Catherine McCormack, no pudieron estar mejor elegidos. Son un pilar tan útil como todo el conjunto.

Con lo dicho comprenderán que diga que se acerquen a verla, nos merecemos un regalo así…yo la he visionado dos veces y la segunda me hizo pensar que puede haber una tercera.