Crítica: Carmen y Lola

“Carmen y Lola” primer largometraje de la directora vasca Arantxa Echevarría, que se encarga de la dirección y el guion en una película dramáticamente osada, excelentemente pautada, soberbiamente escrita y magistralmente interpretada.

Carmen y Lola viven en el extrarradio de Madrid, una en el barrio de Vallecas y la otra en el barrio de la Uva. Dos adolescentes gitanas destinadas a afrontar una historia que se repite generación tras generación: casarse, criar hijos y cuidar del marido. Las chicas. Se conocen en el mercadillo de los martes, donde cada una atiende en el puesto de su padre. Carmen (Rosi Rodríguez) es más tradicional y está preparando su compromiso amoroso con un chaval que es primo de Lola. Lola (Zaida Romero) es también una chica familiar pero sueña con un mañana distinto, ella piensa asistir a la universidad, hacer una carrera, trabajar en lo que le gusta; ahora, en lo que invierte su tiempo libre y clandestino es en dibujar grafitis de pájaros y corazones en los muros de su barrio. Los días pasan poco a poco y ellas, con la excusa de fumar un cigarrillo donde nadie las descubra, semana a semana, entablan un sentir que no pueden controlar ni tampoco descubrir, y una y otra tratarán de llevar hacia delante su amor, a pesar de los inconvenientes y discriminaciones sociales a las que tienen que verse sometidas por sus familias…

Avanza la narración con la conciencia de la soledad de Lola, encarcelada en su secreto por todos los demás personajes. Una adolescente que se descubre diferente a las demás. No entiende al principio por qué le pasa y busca en el estudio, pero no encuentra en los libros referencias culturales con las que identificarse y asesorarse. Sale de casa y ocultándose en un locutorio busca en internet, pero no tiene más remedio que retroceder, se asusta de lo que ve, sola en el universo de su secreto, solo tiene la opción de recluirse en su desoladora identidad.

Del tejido de lo que la directora cuenta en “Carmen y Lola”, más una pulcra fotografía de Pilar Sánchez Díaz, surge toda una lección de contenido y moral de civilización, nos lo ofrece con la triste clarividencia de quien ha vivido y visto mucho y piensa que ya no estamos en la Edad Media pero que medievos puede haber en muchos lugares.

Lo logrado con esta película es un relato áspero, violento, pero (quizá por ello) lleno de verosimilitud y profundidad. El atractivo del elenco de intérpretes y su presencia ante la cámara es clave: transmiten con gran intensidad su forma y tradiciones, costumbres, determinación y ese punto llevado al extremo que solo se puede explicar con la ayuda de fuentes propias.

“Carmen y Lola” claramente es un estudio sobre la comunidad gitana, sus costumbres y prejuicios, que Arantxa Echevarría desprende de su piel para vestir su drama cotidiano. Un perfecto lienzo de concienciación social ante el nefasto efecto del amor trasgresor, que vuelve a su cauce con el delicado cierre de despedida.

Una película valiente, didáctica y necesaria. Interpretaciones, todas, magníficas destacando a Zaira Romero, Rosy Rodríguez y Carolina Yuste. En la música, Nina Aranda. Una película que me sensibiliza aún más porque la creo ciegamente, porque muestra el problema que todavía  sufren las mujeres que no pueden aceptar los roles establecidos y por hacerme sentir como a Lola y como a Carmen. Creo que es una película perfecta para mostrar en colegios e institutos. Gracias.

 

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