Crítica: Midnight in Paris

CartelAntes de iniciar la crítica de “Midnight in Paris”, hagamos un repaso de su director. Desde que hace muchos años comenzara su carrera cinematográfica, Woody Allen destaca por su genialidad, diferencia y disconformidad. Sus películas son tan refrescantes y agudas que resultaría imposible no tenerle como uno de los primeros directores de referencia. Algunas veces te confundes, y ocurrió al principio, en el año 1971, con el estreno de “Bananas”. Creímos entonces que había nacido un nuevo cómico, cuando en realidad estábamos ante el talento más representativo del cine independiente americano. Y es que tuvo la suerte de toparse con una sociedad a la que con habilidad ha sabido sacarle el jugo del humor y la reflexión, tiene en su haber verdaderas obras maestras esenciales para recordar que el cine bien enfocado puede ser un arte que hable, defienda y ridiculice a los seres humanos. Más que personajes, Allen crea personas. Con su aspecto de hombre insignificante y vulnerable, cada año despliega su sabiduría cinematográfica, para  sacar a la pantalla y parodiar a cualquiera de nosotros, a nuestras vidas más o menos inconmovibles o miserables, felices o alteradas.

El marco de referencia donde se sitúan los personajes permite contextualizar espacial y temporalmente la belleza de un tejido histórico. Una ciudad ideal y encantadora, Paris, lugar al que llegan procedentes de América una joven pareja, él escritor, Gil (Owen Wilson) y ella, su novia Inés (Rachel McAdams), vienen acompañados de los padres de la chica. Gil, mientras pasea por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a media noche, en algún lugar del Barrio Latino, se vea arrastrado a otro espacio. Gil siempre ha idealizado la vida bohemia y artística parisina y ha soñado inmensamente vivir en esta ciudad, ahora está aquí y es tan maravilloso que le cuesta creerlo.
“Midnight in Paris” es una película con un guion impecable, con una enorme capacidad de renovación, pero además, la nueva película de Woody Allen fundamentalmente es una fantasía escenificada. Moldeada con una técnica de estrategias por medio de las cuales Allen nos cuenta su ficción, su núcleo involucra algo infinitamente sutil, como es, la referencia al hombre y a sus miedos, sus contradicciones y esa fuerte mirada al pasado mitificado.
Como si de un pintor experimental se tratara, Allen firma su boceto, no con la intención de representarla de un modo u otro para revelar sus valores inherentes, sino movido por un deseo de utilizarla como punto de partida hacia un delicioso tour, una quimera de conciencia, arte, tiempo e historia, dejando que el fondo del relato germine y corretee sin ser el principal exponente de la obra.
“Midnight in Paris” es un espejo donde se mira una ciudad, ya en sí misma hermosa, pero en este caso aderezada por la cámara de un iluso enamorado de Europa, su música, escritores, toreros, poetas. El maestro neoyorquino adora lo que muestra, incluso la lluvia se enriquece mecida por la exquisita fotografía de Dairus Khondji, la mayoría de sus soberbias imágenes buscan el color, el olor y el sabor, mientras el oído se deleita con las melodías al piano de Cole Porter.
“Midnight in Paris” hace coincidir brillantemente, la naturaleza de una ciudad prendida de repente, en una poética forma de hacer la comedia.
Allen redondea la jugada con un acertado reparto en el que destaca Owen Wilson, en éste su mejor papel, encarnando no sólo al principal personaje de la historia, sino imitando también al auténtico Woody Allen en gestos y reacciones… y lo hace genial. El resto del elenco hace maravillas con sus personajes.
“Midnight in Paris”, una invitación al disfrute para espectadores escrupulosos y espíritus nada acomodaticios. Verdaderamente ha vuelto el genuino Woody Allen con una reflexión infinita: si vivimos prisioneros del pasado, es seguro que no hemos sabido construir nuestro presente.


Sherlock Holmes

Tarde de domingo, comida en familia, café a las cuatro y cine a las cinco, la sala más cercana, llueve y quiero andar, qué bonito es pasear por la calle Alcalá bajo la lluvia, entramos y las luces ya estaban apagadas, cuando  al finalizar la película volvieron a encenderse, en nuestra misma fila de butacas estaba Alex de la Iglesia. Qué bueno ver de cerca a nuestros ídolos.

El director de cine Guy Ritchie, en su novena película, deja marcado el sello Ritchie, (“Cerdos y Diamantes”, “Lock & Stock” y la controvertida “Revolver”) y nos invita a pasar un ratito con el famoso investigador Sherlock Holmes.

Basada en el cómic de Lionel Wigram, es la primera superproducción para la pantalla grande de las aventuras del célebre detective en más de 15 años. Protagonizada por Robert Downey Jr. , dando vida a Holmes, y Jude Law representando al doctor Watson, es una nueva versión del personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle.

Holmes, con la ayuda de su amigo, el Dr. Watson, batallará contra un personaje diabólico empleando para ello sus habilidades de lucha, las cuales son tan letales como su legendario intelecto, y desentrañará un mortal complot que podría destruir al país entero.

El entretenimiento está garantizado, durante todo el recorrido del metraje, acción, intrigas inverosímiles, un acertado humor que viene muy bien para afianzar la relación entre los dos colegas, y un malo malísimo intrigante e inquietante, al que incluso Holmes parece temerle por momentos. Nos entretiene  y nos mantiene atentos durante todo el relato.

Destaco la puesta en escena, muy conseguidos los aspectos técnicos y la fotografía buena. Sugestiva ambientación de Londres, la relimitación estética posee una compacta y oscura atmósfera que inunda la pantalla, dando así un total encuadre del  Londres de la época.

Robert Downey Jr., sabe imprimirle a su personaje ese tono de abandono, a veces, y de destreza en otros, realizando su actuación como un juego camaleónico. Jude Law tiene una actuación perfecta, dando vida a su personaje y cumple genialmente su papel.

Una reconocida mención para la actuación de Rachel McAdams.

El acompañamiento musical, no es el más adecuado, pues hay fragmentos donde la música te impide oír claramente el dialogo, e incluso molesta.

Película aceptable, con un gran resultado. Os distraerá y acrecentará vuestra cultura cinematográfica.

Un saludo para Elena, yo soy de Watson.