Crítica: Relatos salvajes
20 octubre 2014 1 comentario
Coproducción hispano-argentina escrita y dirigida por Damián Szifrón y producida por los hermanos Almodóvar. Szifrón crea personas perplejas ante la vida, de una forma serena, sonriente y terroríficamente rotunda. Crítica de la película “Relatos salvajes”.
La película se divide en seis episodios que alternan la intriga, la comedia y la violencia. Se inspira en los ‘Cuentos asombrosos‘(1985-1987), serie de televisión creada y producida por Steven Spielberg y nos ofrece unos personajes que se verán empujados hacia el abismo y hacia el innegable placer de perder el control, cruzando la delgada línea que separa la civilización de la barbarie.
Ofensa, injusticia, venganza. Con claridad y sencillez Damián Szifrón traba esta película y su puñado de historias apasionantes en el sentido estricto de la palabra. Todas poseen la virtud de atrapar al espectador desde el primer minuto y no soltarlo ni un solo instante hasta los créditos finales, sin que ningún relato pierda fuerza, sin que nada resulte cargante o tedioso y sin que ninguna línea argumental parezca confusa. Algo que, sin lugar a dudas, dice mucho de este director, sobre todo de su capacidad narrativa, me gusta extraordinariamente como lleva a cada personaje. El invisible piloto de avión. La mujer desgraciada. El encuentro de conductores. Bombita. El accidente incidente y la loca boda, son ya un punto de referencia ineludible e inexcusable cuando se hable de este tipo de cine.
Todas las historias tienen interés y su mensaje nos lleva a pensar que todos vivimos en un mundo hecho para entregarnos solo las miserias, en una persecución invisible, sometiéndonos a un estrés salvaje. Humor negrísimo que en conjunto está muy bien. Por añadidura y sin duda, hay una excusa irreductible para defenderla y son los actores, aunque me dejo algunos en el tintero: Darío Grandinetti, Leonardo Sbaraglia, Érica Rivas, Oscar Martínez,Rita Cortese, Julieta Zylberberg, Osmar Núñez, Nancy Dupláa, Germán de Silva,María Marull, Marcelo Pozzi, Diego Gentile, María Onetto y mi admirado Ricardo Darín, que también está de lujo sin ser esta una excepción. Una extraordinaria fotografía a cargo de Javier Juliá y una espléndida banda sonora ensamblada por Gustavo Santaolalla, dan una factura extraordinaria en una historia de bocados de realidad llevados al límite.
En resumen, una lujosa película, impecable en ambientación e idea, que marca los márgenes para ser un producto solvente, bien armado. No se echa de menos nada porque la historia impone y cumple lo que promete.
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