Crítica: 127 horas

CartelPara comenzar mi crítica de «127 horas», primero hagamos la presentación de Danny Boyle. Es productor y director de cine, nació en el año 1956, en Manchester, Inglaterra, y ha dirigido largos tan importantes como “Tumba abierta” en 1994, “Trainspotting” en 1996, “La playa” en 2000, “28 días después” en 2002, “Millions” en el año 2004, “Sunshine” en 2007, y “Slumdog millionaire” en 2008. Este último largometraje le hizo ganador de ocho estatuillas en los Oscar, entre ellos al mejor director. Su último trabajo nos llega en 2011: “127 horas”, una película que viene avalada por los resultados en numerosos festivales, en los que se ha hecho con importantes premios.

Danny Boyle nos narra en “127 horas”, la aventura que vivió Aron Ralston, un bravo escalador estadounidense que en mayo del 2003, cuando se encuentra en Utah, en el cañón Blue John, sufre una caída y queda atascado. Después de cinco días atrapado, valientemente toma una eficaz decisión.

Basada en el libro del propio Aron Ralston, Entre la espada y la pared, “127 horas” es la versión de Danny Boyle de la historia, cuyo guión pertenece al mismo Boyle y a Simon Beaufoy. Adolece de lo que todas las películas suelen adolecer cuando están basadas en una historia real, del privilegio de sorprender, pero a la vez siempre llega más intensa, y más aún en el caso de la historia de este escalado.

En primer lugar, el director hace que te caiga bien el deportista, a continuación se recrea en un paisaje hermoso, marcando cada fotograma con detenimiento en sus formas, colores y espacio, otorgándote una narración que desliza todo su nervio en un contenido y equitativo ritmo interior. En “127 horas” una vez más ha quedado clara la tendencia de Danny Boyle a introducir en sus películas, una inclinación desmesurada al subrayado, que muy a menudo dota de dramatismo tensión o encuadre; en paisajes, interiores o cualquier otra escena que lo requiera, logra hacer dinámicos momentos meramente visuales. “127 horas” es admirable desde su desnuda fuerza emocional, que sin notarlo te arrastra, hacia la vicisitud del espacio, el sufrimiento del personaje y su vía crucis, mientras que enclaustrado las fuerzas le flaquean. Cuando las raíces del drama empiezan a ganarnos desde la desesperación y los nervios, el retenido está siempre presente en la retina y el corazón del espectador. En el momento más crítico del film, sube y sube la intensidad hasta lo imaginable, y en la cumbre, pasa de ser la escena de la morada de una víctima, a la supervivencia; un recurso, en este caso, negociable entre la vida y la muerte, que Boyle resuelve con una demoledora clarividencia, sin ocultar en ningún momento lo crudo de la lucha. Imágenes delirantes que se convertirán en parte de la historia del cine.

Boyle, en “127 horas”, muestra de forma concienzuda su destreza al realizar una película claustrofóbica y, al mismo tiempo, visualmente impactante, además es justo que sumemos al mérito cinematográfico, su destreza como documentalista, profundizando como pocos en el auténtico sentido de lo ocurrido o en el impulso de los sentimientos hondos del personaje. Boyle está ayudado en la música por A.R Rahman, que hace un trabajo simplemente excepcional. En la interpretación James Franco, destaca por el desarrollo y la fuerza que le pone al personaje trasmitiendo esa enorme trascendencia emotiva al traspasar una situación así, el resto del elenco de actores se ajusta perfectamente a lo que Boyle quiere hacer en la película.

Crítica: El Rito

CartelMe ocupa la crítica de “El Rito”, la radiografía de una historia descomedida, empapada de ficción e irrealidad hasta desmayar, sin posibilidad de perdurar; su mayor problema: publicitar su argumento como basado en hechos reales.

La trama de “El Rito” nos introduce  en la vida de Michel Kovak (Colin O´Donoghue), un chico normal, guapo, educado e inteligente, pero descontento. Michel ayuda a su padre en la profesión de embalsamador de cadáveres, está descentrado y no puede soportar lo desagradable del dichoso trabajito, entonces decide ingresar en el seminario a estudiar, así pasan cuatro años. Falto de fe y religiosidad decide no entregar su vida a Dios, escribe al superior para que verifique su renuncia, la respuesta es una fuerte amenaza que hace que Michel siga sin remisión en el seminario… Pasa el tiempo y lo mandan a Roma, y allí el obispo que tiene más de psicólogo que de lo otro, le asigna al muchacho, asistir a clases de exorcismo, para a continuación decidir que Michel debe visitar al padre Lucas Trevat (Anthony Hopkins), un sacerdote que vive en un alejado barrio en una casa lúgubre rodeada de gatos. Aquí empieza la locura de lo irreal. También  conocerá a una persona normal, Angeline (Alice Braga), una periodista que necesita información de primera mano sobre exorcismos.

La mayor  dificultad que presenta el análisis pormenorizado de “El Rito” estriba en la dificultad de, aportar en mi comentario, algo verdaderamente lógico escrutando más allá de las imágenes. He barajado todas las perspectivas para analizarla y no consigo encontrar la verdadera intención de esta película, ciencia ficción, futuro, terror, pasado ¿en qué lugar colocaremos “El Rito”?

Mikael  Hafstrom, como director, y Michel Petroni, como guionista, se basan en la novela de Matt Baglio y crean con “El Rito”, una película con estrategias de cine de terror, con toques de ciencia ficción y con insertos religiosos en las secuencias, manteniendo una perspectiva distorsionante con respecto a los protagonistas reales; los giros narrativos  y la peculiar resolución de cada cuadro, hacen que el espectador se confunda, con todo el trayecto de elementos amenazadores, pasando por la presencia de ese Satanás sin nombre que vive en ese mundo no seguro, y que en esta película, de verdad, da muy poco juego.

“El Rito” pretende partir de la fiabilidad de hechos reales pero es totalmente excesiva, increíble e irreverente; desde la perspectiva del cine de terror, muy pobre y sin dobleces; y, en la ciencia ficción, absurda y envejecida. No he visto en mucho tiempo una película de este tipo que se demore hasta el final para causar alguna sensación. Bueno, al final tampoco lo consigue, curiosamente una acaba sintiendo que la cámara ha fracasado en el intento de traspasar las barreras que brindan entretenimiento.

Anthony Hopkins un artesano de la interpretación,  expresivo en todos sus  gestos, logra como siempre convencer, ¡por favor Hopkins opte por mejores guiones!  Colin O´Donoghue en su  papel protagonista, es sensible y logra plasmar la crisis interna de ese sacerdote confundido, al que da vida de forma solvente. Alice Braga no se sabe qué pinta en la historia, sólo se la ve como otro elemento del entorno decorativo, cuando su personaje podía haber dado mucho juego.

En fin, que ni los actores  salvan la película.

Crítica: Ispansi (Españoles)

CartelRecuerdos de tristezas y necesidad revivimos con la crítica de la película “Ispansi (Españoles)”, no es una simple película española más, es una obra de creación que suma las responsabilidades de director, guionista y actor de Carlos Iglesias, trabajando una obra diferente, donde los colores de las discordias se tornan coadjutores.

Poco después de estallar la Guerra Civil española, la República envió a 3.000 niños a Rusia para protegerlos. Los primeros en salir fueron los niños de los orfanatos, Beatriz (Esther Regina) hija de una acaudalada familia de derechas, cuyo padre y hermano eran falangistas, se quedó embarazada de un soldado ingles que se negó a casarse con ella, decidió ocultar a su hijo en un orfanato de Madrid, pero cuando se entera del viaje del niño a Rusia, roba los documentos de identidad de una mujer republicana muerta, y a partir de ahí se llama Paula. Se ofrece como voluntaria para cuidar a los niños en el país lejano, emprendiendo así un viaje terrible, con personas que tienen otra ideología política y a miles de kilómetros de su tierra y su holgada vida. En junio del 41, Hitler invade Rusia, la continua llegada de tropas de refresco para la defensa de Moscú entorpece una y otra vez el viaje de los exiliados españoles, teniendo excesivas interrupciones en la difícil travesía, en una de estas paradas se les une Álvaro (Carlos Iglesias) un comisario político del Partido Comunista de España.

La línea de la historia de “Ispansi (Españoles)”, comienza a partir de una idea interesante e histórica, “la salida de los niños de la guerra”, y el guion de Carlos Iglesias se mueve sin problemas entre ello, así podemos desarrollar un inicial grado de resultado personal , uno de los focos de interés de esta película es el de contraponer diferentes espacios: desde un desierto de nieve pasando por el campamento donde se refugian, en los que se mueven casi con complacencia los inocentes niños y sus cuidadores, pero eso sí, mayormente el paisaje que bordea todo el recorrido de “Ispansi (Españoles)”, es de tremendas extensiones de campo árido cubierto de espesa nieve.

Desamparo y desolación, las luces y las sombras; base y objetivo para mostrar, a través de ese escenario, a los personajes en medio de un equilibrio y a la vez de una perturbación, toda la fuerza de una imagen con tres arcos de intercepción: la política, el exilio y la relaciones que se construyen poco a poco, todas las escenas muestran alguna de estas vicisitudes.

Si hablamos de realización, la cámara de Carlos Iglesias no tiene sentido de la acción, no la necesita, ése es otro de los propósitos de su obra, luego está el factor humano, Iglesias es una buena elección como Álvaro, el comisario político del Partido Comunista, que ha sobrevivido a experiencias indescriptibles, pero que hace lo imposible por eso que es su deber. Todos los actores que interpretan bajo su dirección, son eficaces, quizás en esto Iglesias , sea un hombre particular, resistiéndose a la tentación de introducir en sus películas actores de primera fila, sin que pierda por ello la calidad, las presencias del elenco que le acompañan cumplen con las exigencias del guion sobradamente.

No es “Ispansi (Españoles)” la denuncia de una guerra y sus consecuencias, es un tratado lleno de fronteras, no geográficas, fronteras marcadas por principios e ideales.

¡¡Qué final!!

 

Crítica: Nunca me abandones

Cartel“Nunca me abandones”, película que desgrano en mi crítica de hoy, es la adaptación de una novela del escritor japonés con residencia en Londres, Kazuo Ishiguro,  está dirigida por Mark Romanek, que ya tuvo la intuición especial de mostrarnos la soledad del hombre como metáfora en “Retratos de una obsesión”, a cuyo personaje principal dio vida tan magníficamente Robin Williams. En la nueva historia que dirige Romanek nos muestra, una humana fábula firmada con identidad, enmarcando sus microficciones en un delicioso relato íntimo, un tríptico afectivo y angustiado.

El argumento nos encierra en una brutal anormalidad, ésta es la trama: Para Kathy, (Carey Mulligan),   Tommy (Andrew Garfield)  y Ruth (Keira Knightley) los años pasaron difusos, carentes de satisfacción, rígidos en el trato y en los convencimientos. Viviendo su dura y solapada quimera pasan su infancia en Hailsham, un internado inglés, aparentemente superior, con estrictas normas para regir el comportamiento de los alumnos, este distinguido colegio está regentado por una amable y fría, profesora, la señorita Emily  (Charlotte Rampling) que imparte su credo con la más distante sensibilidad. El día que llega una profesora nueva, la señorita Lucy (Sally Hawkins) los chicos descubren algo imposible de creer, en esa reflexión llegarán a ser mayores, mientras tanto vivirán intensamente lo cruel de la amistad, de los celos y la desesperanza

Mark Romanek en “Nunca me abandones”, pone en imágenes una historia incómoda y absorbente, con un recorrido preñado de incertidumbres, hermosa, inquietante, intensa, la peripecia vital de unos jóvenes, que en lo más tierno de su existencia rompen el hechizo, de lo primordial que al ser humano nos da fuerza, el futuro.

Analizando este film ni siquiera un estricto juicio de valor, debiera objetar su acabado, la fotografía de Adam Kimmel, lo seductor de su desarrollo, su diseño estético, la perfecta distribución de cámaras, el magnífico retrato de personajes, la música de Rachel Portman, la sobriedad de los espacios cerrados, la tristeza de los espacios abiertos, la fuerza del relato que sin giros narrativos y gracias a ello, nos mantiene dentro de sus pozos emotivos,  y evidentemente los actores que en “Nunca me abandones” poseen  una crecidísima solidez y carisma. Los tres principales intérpretes encantan con su actuación, subrayando a Carey Mulligan, formidable su interpretación. Al reparto se suma, Domhnall Gleeson.

“Nunca me abandones”, debido a los valores que promueve su fondo y  aun mostrando el aspecto fatalista de la historia, seduce y convence, además de por otros motivos, porque el guion ha sido desplegado con dulzura, mostrando esa alegoría de la vida humana y buscando la reflexión

Destaco una hermosa escena, la de dos personas que creyendo en su amor y pensando que eso les hace fuertes, corren y corren perpetuos en su dicha y su seguridad, ansían salir del infierno que los mantiene atascados y los debilita, ellos, necesitan generar un  futuro largo y esclarecedor.

Salimos del cine mi compañero y yo, callados, como si no quisiéramos romper el hechizo, o quizás  no teníamos palabras que rompieran el hielo que nos hiciera apearnos de esa magia.

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