Crítica: Cirkus Columbia
1 agosto 2011 Deja un comentario
En su línea narrativa de compromiso histórico, su fina atención al trabajo de cámara y su entidad de diversas singularidades en espacios y tiempos para resaltar la historia, Danis Tanovic enriquece la comedia, contando una disimulada peripecia de amor y de guerra. En la crítica de hoy “Cirkus Columbia”, película en cuyo guion ha trabajado Ivica Djikic el propio autor de la novela en la que se basa el film.
La nueva obra del director bosnio se desarrolla en un pueblo al sur de Bosnia-Herzegovina y empieza justo cuando apenas han perdido el poder los comunistas. Divko Buntic (Miki Manojlovic) vuelve a su pueblo a reclamar la casa familiar. Tras veinte años de exilio en Alemania, regresa, buscando el calor de sus raíces, un lugar en la nueva y reciclada ideología y su identidad perdida, Divko regresa haciendo alarde de su riqueza, subido en su ostentoso coche, con una novia jovencita Azra (Jelena Stuljamin), con Boonie, su gato negro, y con los bolsillos llenos de marcos alemanes. Utiliza su dinero y sus relaciones con las nuevas autoridades: para desahuciar de la casa, a la fuerza, a su esposa Lucija (Mira Furlan) y a su hijo Martin,(Boris Ler) el chico tiene veinte años y nunca vivió con él, su padre. En el pueblo ya se empieza a respirar bastante aire separatista pero los habitantes del municipio hacen caso omiso de los rumores acerca de disturbios políticos de carácter cismático. Para ellos resulta imposible imaginar que las dos regiones que siempre han formado Bosnia-Herzegovina puedan separarse algún día y mucho menos que su pueblo pueda padecer el infierno de la guerra.
Danis Tanovic es el principal exponente del cine de esta parte de Europa, sus trabajos componen una alta elaboración tanto vital como intelectual, haciendo de ellos su autobiografía y volviendo al presente lo ya vivido. El título de la película “Cirkus Columbia” es el reflejo a la perfección de lo que el director quiere contar, en este circo de personajes, sabiendo no tener más función que la de suavizar, se usa el humor para describir la desintegración de Yugoslavia, ocupándonos en la excusa de una historia bonita, pero como auténtico espectáculo circense con su cara triste, casi oculta de la tragedia delegada en signos llenos de significado. El estupendo ritmo, al principio casi nos engaña, haciéndonos creer que nos hallamos ante una comedia hilarante.
“Cirkus Columbia” contiene una estética y un desarrollo, que a veces recuerda al admirado maestro Federico Fellini en sus retratos a los monstruos del alma, su país y sus gentes.
Danis Tanovic consigue poner a esta producción en el espacio más alto de sus trabajos cinematográficos, sería mucho decir que mejor que En Tierra de nadie, y no lo digo, pero si la ubico con la misma calificación. “Cirkus Columbia” es notable en fotografía y música. Las localizaciones muy apropiadas; representación, diálogos y vestuario fenomenal.
El personaje destacado por lo llamativo y absurdo es, Boonie, el gato como símbolo de ese círculo en que vivimos, muchas veces roto por el peso del pecado y la batalla de emociones. Boonie da a esta película el toque alegórico y enseña que, como ciegos, nos orientamos por el rayo revelador de un mundo nuevo, pasando por encima de nuestros sentimientos sin pensar que por malos que sean, siempre existe una solución poética para ellos… aunque las bombas estén amenazando detrás de la esquina
Deberíamos disfrutar más de las sillas voladoras.
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