Crítica: El ciudadano ilustre
30 noviembre 2016 Deja un comentario
Los cineastas Mariano Cohn y Gastón Duprat dirigen una comedia repleta de idas y vueltas. Una comedia literariamente divertida. Crítica de la película “El ciudadano ilustre”.
Nos hallamos ante la historia de un escritor argentino mundialmente conocido, Daniel Mantovani (Óscar Martínez) que llega a ser Premio Nobel de Literatura después de cuarenta años tras su marcha de su pueblo rumbo a una Europa prometedora. En Europa triunfó teniendo entre sus inspiraciones su localidad natal y sus personajes. Un día, después de recibir el gran galardón, le llega una carta del alcalde de Salas, el pueblo donde nació, invitándole a que viaje a Argentina donde con grandes honores le nombrarán «Ciudadano Ilustre». Mantovani acepta la invitación y vuelve a sus raíces…
“El ciudadano ilustre” es una producción sólida de Mariano Cohn, revisada escena a escena por Gastón Duprat. Ambos plantean la comedia cuidadosamente, con la ayuda de Andrés Duprat que se encarga del guion con instrucciones precisas para cada momento, elaborando cada boceto con una línea de diálogo literario y enriquecedor. La fotografía del propio Cohn acompaña con grandes recursos, resaltando imágenes en lugares cerrados y dando énfasis a la naturaleza del personaje.
La secuencia principal de la película y que introduce al espectador a todo el mundo que representa a Mantovani es cuando éste recoge el Premio Nobel y hace su discurso: «Dos sensaciones encontradas me invaden al recibir el Premio Nobel de Literatura. Por un lado, me siento halagado. Pero por otro lado, y ésta es la amarga sensación que prevalece en mí, estoy convencido de que este tipo de aprobación unánime tiene que ver, directa e inequívocamente, con el ocaso de un artista». Con estas palabras comienza a dirigirse Daniel Mantovani al jurado de la Academia Sueca y sigue el gran y ácido discurso de un escritor argentino cabreado, Mantovani es aquí mucho más que un escribidor, es un brillante punto de la reivindicación. No solo en la academia, en todo el metraje será un galán de las letras de mandíbula delgada que presentará su demanda, recurriendo al escritor argentino Jorge Luis Borges, uno de los mayores maestros de la lengua española y al que no le concedieron el Premio Nobel de literatura.
La película es un simpático y agradable ejercicio de cine fresco y perfectamente comercial al tiempo. Una se queda fascinada ante el rostro serio y justo del personaje principal, a la vez que con el juego de identidades y realidades que se muestran. No existen en “El ciudadano ilustre” buenos ni malos, solo personas que viven las condiciones que el entorno les ha fijado y sobre ellos, el modo, la forma de vida de un pequeño pueblo de Argentina, todo un pueblo en su esencia. Eso es esta historia, una añoranza, un regresar al sitio de donde quizás no debiste salir y tuviste que hacerlo por fuerza y un no debería de regresar pero lo necesito. Un recuerdo, una sensiblería, un volver a revivir. Un conflicto de costumbres, nostalgia a la vez que choque con lo vetusto que aún se conserva en los pueblos pequeños. “El ciudadano ilustre” logra impresionar al espectador. A los que salimos del pueblo donde nacimos, la trama nos hace agradecer los recuerdos que fluyen, se acumulan y divierten. Recuerdos que son parte de nosotros mismos y de nuestra peculiaridad.
En “El ciudadano ilustre” los directores también han sido igualmente juiciosos seleccionando a los actores entre ellos a Óscar Martínez, que le da a su personaje todo cuanto necesita. Daniel Mantovani es un hombre de carácter complejo, un hombre de honor cansado del mundo hipócrita donde se mueve y el actor le pone unos cimientos extraordinarios. El resto del reparto Dady Brieva, Andrea Frigerio, Belén Chavanne, Nora Navas, Iván Steinhardt, Manuel Vicente, Marcelo D’Andrea, Gustavo Garzón y Emma Rivera hacen un trabajo lleno de inteligencia. En gran medida consiguen un retrato sin filtros ni asideros de una realidad, un retrato cierto de lo que se quiere contar. Todo adornado con la música de Toni M. Mir.
Véanla, es una comedia brillante, metafórica, satírica y memorable.
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