Crítica: Alpha

Ocho años después de “El Libro de Eli”, hemos disfrutado de la dirección de Albert Hughes en una película familiar, en la cual el gesto, la fascinación de la imaginada historia, el amor y la lucha animan a mayores y pequeños con vocación de cine de aventuras. “Alpha” es una historia de supervivencia ambientada en Europa hace 20.000 años, durante la última glaciación.

La película se abre en una cacería, Keda (Kodi Smit-McPhee) es un muchacho que participa en ella con su padre y otros hombres de su tribu, el joven cae herido y todos le dan por muerto. Keda, solo en la nada, despierta del desmayo y aunque no se encuentra fuerte, con mucho esfuerzo aprende a sobrevivir, acompañado de un lobo que se encuentra solo, igual que él. Ambos confían en el otro y se convierten en aliados superando innumerables peligros.

Albert Hughes, en esta ocasión sin su hermano Allen, nos narra un cuento de aventuras con una secuencia de acción al comienzo de la película, después vendrán muchas otras, más o menos peligrosas, más o menos fieles a la historia donde se pretende situar el tema, pero ni que decir tiene que el director americano ya conoce cómo funciona la industria del celuloide. Puede que no todo lo que muestra esté a la altura de las circunstancias pero en lo que sí estamos  de acuerdo es en que no somos engañados sobre los misterios y las carencias de la película en cuanto a su autenticidad sobre el Paleolítico. Es, como he dicho, un cuento de aventuras, un cuento bien contado, una muestra donde la savia y la ficción se confunden y se funden. Una fábula atractiva cuyo ritmo pausado aumenta la sensación placentera del espectador, evoca el desesperado y frio mundo de la soledad, sofistica la relación del humano con los animales y regala la esperanza de un futuro por vivir, mientras los intensos y bellos minutos transcurren entre nosotros. Albert Hughes juega, con ingenio, a evocar un mundo que desconocemos y lo hace acudiendo a todos los recursos que a su alcance tiene. El resultado final funciona: es la asociación de la amistad, la soledad, el amor y la necesidad.

Además, el espectáculo visual y la caligrafía épica para centrar el ritmo en imágenes y guion está logradísimo. Tiene “Alpha” cuadros construidos sobre una auténtica celeridad, la perfección del ordenado desorden de su origen los funde materializando inequívocamente el resultado total de la película. Hughes acaba por aplicar las técnicas digitales como vehículo que explora el lenguaje cinematográfico.

Creo que no es la mejor película de aventuras que he podido ver pero es la primera que he visto en septiembre y me parece un buen punto para terminar el periodo veraniego y encarar con ganas todas las buenas películas que nos traerán los meses próximos.

El guion es de Dan Wiedenhaupt, basado en la historia que ideó Albert Hughes. La música corre a cargo del estadounidense compositor de música ambiental Michael Stearns y Joseph S. DeBeasi, compositor de bandas sonoras. En la fotografía, el director austriaco Martin Gschlacht.

En el reparto tengo que destacar a Kodi Smit-McPhee, básicamente él es el alma de la película mientras que su actuación está envuelta en brumas de escenas maravillosas. El resto de actrices y actores: Leonor Varela, Natassia Malthe, Mercedes de la Zerda, Jóhannes Haukur Jóhannesson, Marcin Kowalczyk, Priya Rajaratnam, Jens Hultén, Spencer Bogaert y Nestor de la Zerda, componen una pequeña cadena de aciertos.

Una buena forma de comenzar. Véanla.

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