Crítica: Altamira

AltamiraDespués de 16 años de ausencia, el director de cine Hugh Hudson llega a nuestras pantallas con un trabajo en el que echa mano de un drama histórico con tintes cálidos. Saltando los géneros acostumbrados o tal vez bordeando alguna de sus grafías, se sumerge en los políticos laberintos que toda nueva introspección de arte genera en su momento, sea la época que sea. Crítica de la película “Altamira”.

La acción está basada libremente en un punto de la vida del arqueólogo Marcelino Sanz de Sautuola (Antonio Banderas), de su esposa, Conchita (Golshifteth Farahani) y de su hija de 8 años, María. Gracias al pequeño perro del jardinero, allá por el año 1879 descubrieron en Cantabria las pinturas de Altamira. Lejos de proporcionarle honor y gloria, su deslumbrante contribución a la historia le enfrentó sin embargo con la Iglesia católica, y también con la indiferencia y el escarnio de la comunidad científica de la época.

El descubrimiento de las Cuevas de Altamira, esta exquisita plataforma cultural, hace acto de presencia en esta película. La persistente vigencia de un fenómeno, tratando de dejar constancia del discutido momento en que el moderno mundo puso el pie en ellas.

Aunque la estupenda fotografía de José Luis Alcaine, con los preciosos paisajes cántabros, verdes y mansos evoque un cuadro que emparente la película con el género romántico, lo cierto es que ni su estilo ni su temática permiten adscribirla a ese género determinado. En realidad creo que el gran error de esta película es hacernos creer en la relación amorosa entre el pintor Paul (Pierre Niney) y Conchita (Golshifteth Farahani), es obvio que tal idea no solo en cuanto a su filosofía y propuesta, sino como lógica, es contraria a la idiosincrasia del personaje de la esposa, de la que el guion insiste en varias líneas sobre la persistente fascinación que tiene por su marido, aunque realmente el núcleo de la película lo constituye la relación de Marcelino con su hija. Imagen de Altamira“Altamira” es una película sencilla y poco innovadora que evidencia el universo y el retrato vivo de un hombre al que después de muchos años se le pretenden conceder agradecimientos. Un cultivado testimonio histórico-sociologico concebido como un amplio fresco que indica la noble inteligencia del arqueólogo y la tragedia que sufrió por ser ésa su condición.

Con todo lo dicho no puedo decir que la película me sedujera en exceso pero sí debo reconocer, porque es cierto, que entretiene y, en mi opinión, permite conservar la fe en gentes que trabajan calladamente y se concentran en mantener la integridad artística para continuar proyectando el arte, sus intereses y sus ideas…

El guión es de Olivia Hetreed y José Luis López-Linares; la música de Mark Knopfler y Evelyn Glennie; y en el reparto destacan Antonio Banderas, Rupert Everett, Golshifteh Farahani, Pierre Niney, Nicholas Farrell, Henry Goodman, Irene Escolar, Clément Sibony y Tristán Ulloa.

Crítica: Un hombre ideal

Un hombre idealYann Gozlan, director de cine francés, con su tercera película nos trae a la gran pantalla una historia sobre la acidez y el cinismo, pronunciados de la forma más perspicaz y natural que quepa imaginarse. Crítica de la película “Un hombre ideal”.

“Un hombre ideal” es el sombrío relato de un plagio y la tragedia que puede acarrear dicha estafa. Su guión, escrito por el propio Yann Gozlan y Guillaume Lemans,  en colaboración con Grégoire Vigneron, está salpicado de intriga, de diálogos interesantes y de un ingenio que confieren a la película un tono de cine negro, algo a lo que contribuye el protagonista, Mathieu Vasseur (Pierre Niney), un joven de 25 años, un escritor desconocido en el mundo de la literatura, un chico desprovisto de recursos y siempre aspirando a convertirse en un reconocido escritor. Una idea que parece inalcanzable para él  porque, a pesar de todos sus esfuerzos, no ha logrado que una editorial publique ninguno  de sus trabajos. Mientras tanto, se gana la vida en una empresa de mudanzas. Su destino da un vuelco el día en que, por casualidad, Mathieu se encuentra con el manuscrito de un hombre que vivía solo y que acaba de morir. Mathieu dudará al principio pero acabará por hacerlo propio, transcribirlo, firmarlo con su nombre y publicarlo. Convirtiéndose así en la nueva promesa de la literatura francesa. Al cabo del tiempo la editorial espera con impaciencia la segunda novela, ahí comienzan los problemas, para este momento todo ha cambiado en su vida, ahora tiene pareja y una vida holgada con muchas cosas por hacer, sin dudarlo tira por el camino más corto para que su vergonzoso secreto no vea la luz.

“Un hombre ideal” no podemos decir que sea una historia novedosa pero Yann Gozlan lleva a la pantalla el sempiterno tema y el conflicto  de impulsos y  ambición y lo elabora con  el compromiso de concebir para  el lucimiento de la obra casi un paralelismo, historia y actor protagonista. La trama básica, un hombre ambicioso atrapado en las redes de su propia codicia. Es una apuesta enérgica  este tercer eslabón de una cadena que imaginamos brillante y prometedora y  Imagen de Un hombre idealGozlan, consciente siempre de su estilo personal, como ya lo hizo en trabajos anteriores, perfila constantemente al personaje principal en el núcleo narrativo más satisfactorio desde el punto de vista emocional.

La película cuenta con un compromiso dinámico y fuera de toda duda por parte de Pierre Niney , continuamente absorbe la atención del espectador, tanto por por su entrega al thriller como por la exposición que el actor hace del personaje,  a la vez que por la habilidad y precisión para que todo su trabajo sea creíble. Pocas veces ha sido su interpretación tan eficaz y sobresaliente. Recordamos a Pierre Niney en su reciente interpretación, “Yves Saint Laurent” del director Jalil Lespert con una magnífica actuación y caracterización. También en abril, junto con el actor español Antonio Banderas le veremos en “Altamira” la próxima película del famoso director de “Carros de fuego” Hugh Hudson. El resto de las interpretaciones, Ana Girardot, Ludovic Berthillot, Valeria Cavalli, Marc Barbé, André Marcon y Laurent Grévill, más fugaces pero muy eficientes. La música la puso Cyrille Aufort y en la fotografía,  magnífica,  de Antoine Roch.

Véanla, creo que estamos a bordo del uno de los fuertes motores que moverán el nuevo cine francés.