Crítica: Los odiosos ocho
27 enero 2016 Deja un comentario
Para cualquier amante del cine de acción Quentin Tarantino es un director por el que firmes y gustosos pasamos al berenjenal de su mente privilegiada. Su nuevo trabajo resucita el poder de su universo, su humor negro y sangriento y da un impulso al tiempo de la perfección. Crítica de la película “Los odiosos ocho”.
La sinopsis de la productora dice: Pocos años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza a toda velocidad por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), intentan llegar rápidamente al pueblo de Red Rock, donde Ruth entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado de la Unión convertido en cazarrecompensas de mala reputación, y Chris Mannix (Walton Goggins), un renegado sureño que afirma ser el nuevo sheriff del pueblo. Como se aproxima una ventisca, los cuatro se refugian en la Mercería de Minnie, una parada para diligencias de un puerto de montaña. Cuando llegan al local se topan con cuatro rostros desconocidos. Bob (Demian Bichir), que se encuentra allí refugiado junto con Oswaldo Mobray (Tim Roth), verdugo de Red Rock, el vaquero Joe Gage (Michael Madsen) y el general confederado Sanford Smithers (Bruce Dern). Mientras la tormenta cae sobre la parada de montaña la vida sigue dentro de la mercería.
Con Quentin Tarantino y su explosión de psicopatías tenemos un magnífico abanico de texturas marcadas en el mejor acope de recuerdos: en 1992, “Reservoir Dogs”, en 1994, “Pulp Fiction”, un año después, “Four Rooms”, en 1997, “Jackie Brown”; algo después, en 2004 “Kill Bill”, en 2005 “Sin City”; en 2007, “Death Proof”, en 2009, “Malditos bastardos” y en 2012 “Django desencadenado”. De la película que este año nos presenta, “Los odiosos ocho”, es prácticamente imposible contar detalles sin spoiler. Sólo diré que los primeros veinte minutos de la cinta transcurren admirables por la peculiar forma de detallar que tiene Tarantino. Paisajes inigualables donde se funden los personajes que van apareciendo, sin prisas. La nieve y la música son los dueños y protagonistas de esa parte del film, dejando a los miembros de la historia que se va avecinando, un relax y un tiempo para meterse en faena. Es, sin embargo, a medida que va avanzando el relato y andan despachando historias, cuando el espectador se da cuenta de que todos los protagonistas aportan el granito de arena que guardaba el director en la manga, aunque no todos en la misma forma, sí con la misma intensidad llegando a alcanzar grandes cotas interpretativas. Tarantino se ha obstinado en presentarnos personajes casi como héroes románticos y hacerlo desde una perspectiva desde luego totalmente violenta y terrorífica y con esos personajes el espectador se embarca tranquilo en la aventura; solo son personajes de ficción, son el rigor milimétrico de un director diferente y genial.
Los actores están soberbios, las actuaciones carismáticas, muchos de ellos se acercan a su mejor nivel. El elenco es muy amplio y ninguno desentona, especialmente me gustaría resaltar el papel de Samuel L. Jackson, Kurt Russell, y sobre todo a Jennifer Jason Leigh una mujer entre muchos hombres que destaca de forma brillante, pero como digo todos, Bruce Dern, Tim Roth,Dana Gourrier, Demian Bichir, Walton Goggins, Michael Madsen, James Parks,Channing Tatum, Zoë Bell, Lee Horsley, Gene Jones, Keith Jefferson, Craig Stark y Belinda Owino cumplen su función a la perfección e interpretan su rol de manera muy creíble y ajustada, unos personaje muy bien definidos y que sin duda evolucionan a lo largo de la interpretación. El apartado musical es para Ennio Morricone, ideal, y la fotografía de Robert Richardson, impresionante.
Deslumbrada por el ambiente y la trama es casi imposible no estar centrada en la pantalla, hasta un final espectacular. Muy bien contada “Los odiosos ocho”.
Antes de acabar, recordar los «guiños históricos» de su cine y el hecho de enamorarse de una buena película y de la inútil esperanza que cualquier ser humano tiene de encontrarse con un futuro brillante, acunado en brazos de la venganza ya sea el color de su piel blanco o negro.
“Los odiosos ocho”, ese cine sin consentimientos, casi exánime, que no interpela con pasividad, sino con la energía y la violencia de su legitimidad.
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