Crítica: Buñuel en el laberinto de las tortugas

Con dirección de Salvador Simó Busom y guión del propio Simó Busón y Eligio R. Montero, y basándose en el cómic de Fermín Solís, con “Buñuel y el laberinto de las tortugas” volvemos a un tiempo pasado, con un planteamiento formal de animación. Un desafío de Salvador SimóBusom lleno de inagotables estímulos.

La historia comienza como mirando por un agujero del tiempo, en París, con el estreno de la película “La Edad de Oro”, en 1930. Su director, Luis Buñuel, cosecha un fracaso en la pantalla por culpa de la censura religiosa. Retrocedemos  entonces a 1909 y estamos en la niñez de Buñuel en Calanda, con su agrupación de tamborileros, tocando el tambor, para volver de nuevo al Buñuel derrotado y sin dinero para su nuevo proyecto, un documental sobre “Las Hurdes”. Sin conseguir el apoyo económico de sus amigos Salvador Dalí y Ramón Acin, un escultor que finalmente, por cuestiones del azar, podrá ofrecerle al director el dinero que necesita y se convertirá en el productor del nuevo trabajo de Buñuel. Luis y Ramón salen de viaje para Extremadura, era el año 1933, y su objetivo era filmar “Las Hurdes, Tierra sin pan”.

En “Buñuel y el laberinto de las tortugas”, esta sencilla película, hay escenas inolvidables, atmósferas de deidad contemplativa y la textura del hiperrealismo. Estamos todo lo lejos que nos resultan estos hechos y todo lo cerca que Salvador Simó Buson nos ha colocado. La imagen animada alternada con imágenes reales añade una involuntaria y melancólica poética que lo dice casi todo a través de su explicitud visual. Simó Busón, con “Buñuel y el laberinto de las tortugas”, convierte las pesadillas de la realidad más pobre que entrevera la trama en la mejor traslación de este género cinematográfico, parece remitir, de hecho, al universo real. El film contiene también un considerable hallazgo para el aficionado al género y un clímax final sustentado en una gran idea y vitaminizado por la insustituible presencia en la música de Arturo Cardelús.

Una experiencia irrepetible que el director excava en los subsuelos del cine más metafórico, cayendo rendido y glorioso. Un trabajo sincero y honesto.

Damos las gracias a Salvador Simó Buson y a todo su equipo por traernos tan respetuosa y delicadamente al gran director de cine Luis Buñuel.

Quiero cerrar con las palabras de Buñuel sobre “Las Hurdes, Tierra sin pan”: “Mi intención al realizar esa obra fue transcribir los hechos que me ofrecía la realidad de un modo objetivo, sin tratar de interpretarlos y menos aún de inventar. Si fui con mis amigos a ese increíble país lo hice atraído por su intenso dramatismo, por su terrible poesía. Lo poco que conocía de él por mis lecturas me había conmovido, sabía que allí, durante siglos, unos seres humanos se hallaban luchando contra un medio natural hostil y que lo hacían sin esperan­zas de llegar a vencerlo”.

Véanla.

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