Crítica: Irrational Man

Irrational manY de nuevo Woody Allen, uno de los directores más queridos y prolíficos del cine actual. Con antecedentes y denominación de estilo, los datos lo corroboran. Haciendo cine, el cine que quiere hacer como siempre y para siempre, nos llega con una nueva pericia, su película del año 2015, aguantando semejante ritmo de producción y dejando su huella inconfundible. Crítica de la película Irrational Man.

La película se abre con Abe Lucas (Joaquin Phoenix), un profesor de filosofía en plena crisis existencial, le encuentra de nuevo sentido a su vida al enamorarse de una de sus alumnas. Al poco de llegar a la universidad de una pequeña ciudad, se relaciona con dos mujeres: Rita Richards (Parker Posey), una solitaria profesora que busca que la rescate de su infeliz matrimonio; y Jill Pollard (Emma Stone), su mejor estudiante y muy pronto su amiga más cercana. Jill está enamorada de Roy (Jamie Blackley), su novio, pero encuentra tan irresistible la personalidad atormentada de Abe que, incluso cuando el profesor muestra claros síntomas de desequilibrio mental, su fascinación por él no hace más que crecer.

En Irrational Man el director tiene la suficiente habilidad como para llevar al espectador por el terreno que a él le interesa en una película que se mueve como una comedia que deriva hacia el drama y la intriga más desoladora, otro encanto cinematográfico del maestro que narra en sus términos habituales. Absolutamente confesional como siempre a sus preferencias y gustos, en sus actitudes, tendencia y estilo. De acuerdo a todo esto Woody Allen ha querido ser coherente con aquello que está contando pese a que con el tiempo no consideremos a Irrational Man como uno de sus grandes aciertos. Su cine, en la mayoría de ocasiones entendido como diversión, en esta ocasión, de tono gris con ingeniosas limaduras de limón, nos es servido siempre como un licor lujoso y en copa alta. Las citas y referencias propias tan enriquecedoras en sus diálogos aderezan e inyectan fuerza a una propuesta bajo la textura y la espera de algo que vendrá pero que se dosifica y saborea. Toda ella conserva esa fuerza mágica que evocan las películas del director neoyorkino.

Imagen de Irrational manLa narración te mantiene entre la frontera de la admiración y la antipatía. Todo ello unido a  una realización ágil, filmada con tensión y con la fuerza necesaria como para que impacte, para que no nos quedemos impasibles. No juzga. Únicamente muestra el fruto de una sociedad, en la que no todo son sueños ni maravillosos estilos de vida.

La buena música es de Ramsey Lewis, la fotografía de Darius Khondji y excelentes las ambientaciones. El buen diseño de los personajes nos da rasgos definidos de humanidad por encima de apariencias. En definitiva, un muy buen trabajo de un director para el que la imaginación superaba todo.

En el reparto Joaquin Phoenix, está soberbio en su trabajo, sabe conferir a su papel la dosis necesaria de presencia física, pero añadiendo un toque de vulnerabilidad y paranoia propio de su solitario y desolado personaje. Emma Stone, está deliciosa como la estudiante enamorada del profe y Jamie Blackley, Parker Posey, Ethan Phillips, Julie Ann Dawson, Mark Burzenski, Gary Wilmes, Geoff Schuppert, David Pittu, Steven Howitt, Kaitlyn Bouchard, Ana Marie Proulx, Kate McGonigle y Tamara Hickey, todos son un regalo para el espectador.
Un director de buen trazo y con una puntería espléndida. No le damos un diez como quisiéramos pero sí la enhorabuena por decir tan bien que nada en este loco mundo es previsible.

Crítica: A propósito de Llewyn Davis

Cartel de A propósito de Llewyn DavisLa mayoría del público recordamos una película por los actores que en ella han intervenido, es más fácil recordar a quién pasó por nuestros ojos durante dos horas, que el nombre del director que los creó y que solo emerge en los rótulos de cabecera, afortunadamente hay un grupo de cineasta que se han ganado a pulso el cariño del público y que tienen al respetable pendiente de cada estreno, de cada uno de sus trabajos.  Ése es el caso de los hermanos Coen. Crítica de la película “A propósito de Llewyn Davis”.

Con guión de Joel Coen y Ethan Coen y basada en la biografía de Dave van Ronk, músico y mentor, nos muestra a uno de los fundadores del folk de la década de los 60 y una de las figuras más divertidas y más referenciadas  en la escena neoyorquina. Escribió cuentos junto con su música, dejó escritos filosóficos y fue un activista de izquierdas solidario de gran influencia en todos los músicos de aquellos años y de los que después pudieron beber de su savia.  Aunque  “A propósito de Llewyn Davis” nace de ese sentido, en una reciente entrevista, los Coen declararon que el verdadero personaje de esta historia es Llewyn Davis (Oscar Isaac),  un joven cantante de folk que vive en el Greenwich Village.

Durante un frío e implacable invierno Davis lucha por ganarse la vida como músico. Sobrevive gracias a la ayuda de sus amigos.  Su carrera y su rostro está marcados por la reciente muerte por suicidio de su amigo y compañero de “Fimlin & Davis”. Para consolarse y porque sentimentalmente los necesita pasa alguna noche en casa de los padres del inolvidable amigo, Mitch (Ethan Phillips) y Lilian (Robin Bartlett); también la casa de su amiga Jean (Carey Mulligan) es un refugio para enfrentarse a las circunstancias, aunque a veces también sea un endiablado descalabro. Davis se mantiene alejado de la vida social mientras subsiste y crea su música. Por su parte, el músico de Jazz Roland Turner (John Goodman) le invita  a una audición en un club de Chicago, una prueba para el magnate de la música Bud Grossman, los consejos que recibe del productor musical no le acomodarán porque Llewyn Davis no ve amenaza en las nuevas músicas, solo está seguro de su creación y pasará los días debatiéndose entre la lealtad a sí mismo y los mensajes que desde fuera le lanzan los que lo ven fracasado.

Imagen A propósito de Llewyn Davis Con sabiduría Joel Coen y Ethan Coen, maestros en cánones cinematográficos, potencian el resultado de la cámara,  tratan de descubrir cuál es el efecto de la trama en nuestra mirada, nuestra capacidad para vivir el transcurso del tempo cinematográfico, la posibilidad, exquisita, de entender qué sentimos;  a ellos les fascinan los personajes desafortunados de cada una de sus historias  y nosotros, los espectadores, sentimos con cada película no un simple visionado, sino armonía entre imágenes, tiempo de encerrar el alma, huellas sin pasos, algo incomparable que se hace habitable en la frontera perpetua de sus personajes al tiempo que su narrativa nos invita en un montaje pausado, de apariencia sencilla, que encierra  complejidad de ánimo, y supone una satisfacción para los sentidos.

“A propósito de Llewyn Davis” es una invitación a dejarse llevar en un viaje en el que tiene que ver la vida, las relaciones y  la música. Los Coen nos muestran  las diferencias entre ver, mirar y sentir. Sus obras son como un manual saciado de partes con hojas blanco que nos incitan a completar. Con deliberación, a través de una evidente  independencia creativa, de una instrucción donde la grafía y el contenido se miran y compenetran, nos llega una resolución, una terminación de templado desarrollo y extraordinaria naturalidad onírica en  la que el corazón del hombre y la profundidad intelectual van de la mano en este triste poema de una vida fracasada.

“A propósito de Llewyn Davis” tiende a ver el infinito en lo finito, lo grande a través de lo pequeño, la no esperanza y el camino sin salida que se hace habitable en su perpetua frontera.

La reflexión y el mensaje es seguir tocando tranquilamente a las puertas de la vida, sin preocuparnos de cómo nos ven los demás. Esta nueva película de los Coen llega a un estadio de profundidad excelente aunque no sorprende, incluso es algo más fría en cuanto al humor al que nos tienen acostumbrados.

Véanla y búsquenle el significado al precioso gato, es un personaje muy importante.

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