Crítica: Juicio a los siete de Chicago

Con dirección y guion, del cineasta, escritor productor, dramaturgo y actor estadounidense Aaron Sorkin, al que recordamos de “La red social”, en 2010, llega ahora “Juicio a los siete de Chicago”. El éxito de su nueva película quizá haya alcanzado dimensiones inesperadas pero, en ningún caso, puede ser considerado como un triunfo fácil. Esta película es una hábil destilación de realidades; la emoción cinematográfica de una atrevida denuncia. Una película verdaderamente adulta.

En ella cuenta cómo en 1969 se celebró uno de los juicios más populares de la historia de Estados Unidos. Toma nota del gran libro que es la historia y se centra en 1968, perpetuando a aquellos jóvenes que representan los actores: Eddie Redmayne, Sacha Baron Cohen, Mark Rylance, Frank Langella, Joseph Gordon-Levitt, Jeremy Strong y John Carroll Lynch. Aquellos hombres, aprovechando la fecha de la Convención Nacional del Partido Demócrata, se manifestaron en contra de la Guerra de Vietnam para intentar construir con su esfuerzo un país más justo. Fueron detenidos y fueron juzgados tras ser acusados de conspirar en contra de la seguridad nacional. El juicio, impulsado por el nuevo fiscal general, fue claramente político, dando lugar a una serie de conflictos sociales, manifestaciones y movimientos ciudadanos que pasarían a la posteridad. Es aquellos ciudadanos, como a tantos otros que han existido en la historia de los distintos países, a los que todos les debemos respeto; en su odisea, su coherencia e inmensa humanidad.

En “Juicio a los siete de Chicago”, Aaron Sorkin consigue definir a sus personajes con apenas un trazo, con un gesto, una palabra. Se apropia del ánimo del espectador con una extraña mezcla de insurrección, pasividad, curiosidad y algo de humor y nostalgia, en el más puro estilo de películas judiciales. Aprovecha su embrionaria génesis apuntalando su descarnado discurso social, poblando todo el recorrido; tan lejano como compresible. Sorkin nos deja claramente explicada esa niebla que lleva en su espina dorsal todo lo ocurrido allí y la molécula de un cine que, de vez en cuando, nos sorprende gratamente.

No es fácil transmitir aquel periodo desde el punto de vista de Sorkin pero la película recurre a la recreación de la época, las formas de unos y de otros, a vivencias y evidencias, encontrando el vehículo para su perfecta exploración. Rigor, autenticidad, frases y elaboración. En lo visual  el griego director de fotografía Phedon Papamichael pone toda su experiencia al servicio de aquilatar el escenario utilizando todas las formas que sabe manejar. La música que resalta las imágenes la pone el inglés Daniel Pemberton.

Además, en esta ocasión, ha contado con un reparto espectacular que justo es no destacar a ningún interprete porque todos han estado magníficos: Eddie Redmayne, Sacha Baron Cohen, Mark Rylance, Frank Langella, Joseph Gordon-Levitt, Jeremy Strong, John Carroll Lynch, Alex Sharp, Yahya Abdul-Mateen II, Michael Keaton, Ben Shenkman, J.C. MacKenzie, Noah Robbins, Alice Kremelberg, Danny Flaherty, John Doman, Mike Geraghty, Kelvin Harrison Jr, Caitlin Fitzgerald, John Quilty, Max Adler, Wayne Duvall, Damian Young y C.J. Wilson.

Dicen que si el tema resulta lo suficientemente original y atractivo como para ser enunciado en alguna frase, es seguro que si lo pasamos al medio cinematográfico será un éxito y una satisfacción para su director. La nueva película de  Aaron Sorkin, “Juicio a los siete de Chicago”, es un documento histórico con vocación. Ha conseguido lo que quería, diluir las fronteras que separan la realidad del olvido construyendo otro pasito hacia la verdad.

Su recorrido contiene meritoria intensidad, véanla.

 

Sacha Baron Cohen

Sacha Baron CohenSacha Baron Cohen (Sacha Noam Baron Cohen) nació en Londres, Inglaterra, el 13 de octubre de 1971.

Ficha en Imdb: http://www.imdb.com/name/nm0056187/

Sus películas en Comentamos cine:

Crítica: Los miserables (2012)

Crítica: El dictador (2012)

Crítica: La invención de Hugo (2011)

Crítica: Los miserables

Cartel de Los Miserables

Cartel de Los Miserables

La nueva película de Tom Hooper se apoya tanto en los gestos como en la imagen y el sonido, suma concisión verbal con exposiciones líricas de acertado tono retórico, históricamente es una narración relevante donde se hace repaso a uno de los momentos más importantes en la historia de Francia. Crítica de la película “Los Miserables”.

“Los Miserables” muestra la lucha por las libertades. Invocaciones a la revolución y a los derechos de las clases bajas, diálogos llenos de pasión se suceden entre los diferentes personajes que desfilan por la pantalla, la trama transcurre en la Francia de principios del siglo XIX. Jean Valjean (Hugh Jackman), un hombre fuerte que es enviado a prisión tras robar un trozo de pan con el que procuraba alimentar a su sobrino, sale de la cárcel con la condicional. Deberá pasarse cada treinta días a sellar los papeles pero un hombre de gobierno, Javert (Russell Crowe), le seguirá día y noche y le hará la vida imposible. Jean Valjean se encontrará con Fántine (Anne Hathaway), una mujer que sufre muchísimo, por la falta de trabajo y del dinero necesario para criar a su hija, la pobre Fántine confiara el cuidado de su hija Cosette (Amanda Seyfried) a este buen hombre que después tendrá que vérselas con Thénardier (Sacha Baron Cohen) y con madame Thénardier (Helena Bonham Carter) que son los bodegueros que cuidan de Cosette y de su propia hija Éponine (Samantha Barks). Años más tarde, aparecerá Marius (Eddie Redmayne), un joven que con un grupo de valientes camaradas intentará cambiar la esclavitud por liberación.

Portada del libro de Víctor Hugo

Portada del libro de Víctor Hugo

Tom Hooper dibuja el retrato de unos personajes tal y como Víctor Hugo lo hubiera hecho. Así, en su puesta en escena rescata la novela en el desarrollo y los planos. Y la autenticidad del musical en el diálogo a través del canto, las canciones suenan con intensidad al servicio de la emoción. La fotografía hace uso de planos largos y planos secuencia, de movimientos de cámara dilatados, de encuadres soberbios, de luces vaporosas y diseminadas y de una paleta de colores combinados que forman una delicia visual, brindándonos también alguna toma frontal que es merecedora de señalar.

Obviamente es una historia de la que hemos visto muchas versiones y puede que nos parezca que el señor Hooper se queda corto, que podría haber sacado mucho más del guión de William Niccholson que ofrece tanto contenido, puede ser cierto, yo, considero que no patina en ningún momento, que no le falta emoción y que se adapta al tempo del musical maravillosamente y con la rebeldía humana como foco de fondo en todo momento.

Creo que fue a finales de 2011 o principios de 2012 cuando vi el musical de “Los Miserables” en el teatro Lope de Vega de Madrid. Salí encantada del teatro, anoche la satisfacción fue menor, – siempre asumiendo las diferencias-. Los Miserables es un espejo donde en cada visionado nos vemos nosotros, vemos nuestros problemas, nuestras miserias y nuestras ilusiones, a pesar de los doscientos años que nos separan. Es una película recomendable para todos los amantes de la historia y para todo tipo de espectadores, ya que esboza mucho sobre el pobre poder del individuo y el gran poder del estado.

La banda sonora de Herbert Kretzner, grandiosa y las interpretaciones de todos los actores, excelentes.

miserables puebloCanta el pueblo su canción

nada la puede detener 

ésta es la música del pueblo

y no se deja someter. 

 Si al latir tu corazón

oyes el eco del tambor 

es que el futuro nacerá

cuando salga el sol.

Te unirás a nuestra causa

ven y lucha junto a 

tras esta barricada

hay un mañana que vivir. 

Si somos esclavos o libres depende de ti.

Crítica: El dictador

CartelSacha Barón Cohen, el antagonista y su burla. Crítica de la película “El dictador”.

Ésta es la sinopsis que nos ofrece la distribuidora: El General Almirante Haffaz Aladeen (Sacha Baron Cohen) es un dictador capaz de arriesgar su vida para impedir que la democracia se establezca en el país al que oprime. Rico en petróleo y bastante aislado, el estado norteafricano de Wadiya lleva siendo gobernado por el vehementemente anti-occidental Aladeen desde que éste tenía seis años, cuando fue nombrado Líder Supremo. Desde que accedió al poder absoluto, el consejero de más confianza de Aladeen es su tío Tamir (Ben Kingsley), quien ejerce de Jefe de la Policía Secreta. Por desgracia para Aladeen y sus consejeros, el muy vilipendiado Occidente ha comenzado a meter las narices en los asuntos de Wadiya, y las Naciones Unidas han sancionado repetidas veces al país en la última década, pero el Dictador no va a consentir que un inspector del Consejo de Seguridad entre en sus instalaciones secretas de armamento, por eso viajará lejos de su país, para dar una solución que le convenga.

El poco caudal de cine comedia que acertadamente recibimos de Estados Unidos, ejerce su particular excepción en “El dictador”, por supuesto sobrepasa (lo que no es mucho mérito) a las pocas películas que este año han mandado los autores americanos. El momento que vivimos, en que la oferta en nuestros cines no es muy atractiva, ha hecho que este título cobre un considerable peso y se transforme junto con “Batman” y “Prometheus” en el reclamo de los pasados meses de julio y agosto en los cines madrileños. De nuevo hemos vuelto a encontrarnos con Sacha Baron Cohen, más acertado que en su anterior trabajo “Bruno”. Una vez más su dardo acusador, cual genio incomprendido. En esta ocasión dirigido por Larry Charles.

Respetando su principio crítico y la fórmula de “El dictador“,que nos puede encajar más o menos, pienso que es insuficiente para su denuncia, reduciendo lo que expone a base de un subrayado de lo ya hecho en anteriores trabajos sin emplearse en improvisaciones de rigor ni novedosas. Es el suyo un discurso sobre las dictaduras que queda francamente cojo, en tanto que el mecanismo en el que se aventura el libreto contiene un humor irreverente y a veces desconcertante, minimizando las amplias cuestiones que completan el tema. Por otra parte, el efecto perverso del trato a la imagen femenina resulta más palpable en cada trabajo de Sacha Baron Cohen, en esta ocasión, ese trato discriminatorio, misógino y tacaño ya no hace gracia. La mujer ha conseguido su reconocimiento universal y una mirada como la que de ella brinda la película “El dictador” empobrece todo el conjunto.

Lo cierto es que si Sacha Baron Cohen se hubiese limitado a mostrar su tema político sin mezclas, su consigna podría ser aceptable pero como ya he dicho, tiene más de lo mismo y demasiada sal gorda. No aporta nada. Las escenas que vemos ya poblaron otras películas de este actor, son sus referentes. Pero cine gamberro en el sentido serio con toques de gracia insolente solo lo conseguiremos en el universo de Sacha Baron Cohen y eso ya es mucho en los tiempos que corren. Debo reconocer que en la sala donde se proyectaba “El dictador” había espectadores rotos por la risa; a mí, me turbó tanto que no puedo recomendarla.

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