Bárbara Lennie

Bárbara Lennie nació el 20 de abril de 1984 en Madrid, España.

Ficha en Imdb: https://www.imdb.com/name/nm1036659/

Sus películas en Comentamos Cine:

Crítica: La enfermedad del domingo (2018)

Crítica: El reino (2018)

Crítica: Todos lo saben (2018)

Crítica: Magical Girl (2014)

Crítica: El Niño (2014)

Crítica: Miel de naranjas (2012)

Crítica: La piel que habito (2011)

Crítica: La enfermedad del domingo

El malagueño director de cine Ramón Salazar, para sorprender a propios y extraños, da otro salto adelante dejando bien claro dónde están los cineastas talentosos del cine español. “La enfermedad del domingo” transita por sendas de fórmulas que rigen la relación del público con el film. Autor también del guion, Ramón Salazar nos abre la pantalla para revivir desde la ficción un asunto de familia que parecía que el tiempo había sepultado.

Anabel (Susi Sánchez) abandonó a su hija Chiara (Bárbara Lennie) cuando esta apenas tenía ocho años. Pasó el tiempo y cada una vivió su historia tal y como la vida la fue llevando, Anabel envuelta en toda clase de lujos y Chiara en la libertad del desahucio de amor maternal. Treinta y cinco años después, Chiara visita a Anabel comentándole la idea de pasar diez días juntas. Madre e hija juntas después de tantísimos años. Anabel, que todavía se cree madre, ve en ese viaje la oportunidad de recuperar a su hija pero las cosas casi siempre son más complicadas de lo que se piensa…

La nueva película de Ramón Salazar, “La enfermedad del domingo” transmite sobre todo sensaciones físicas.

Desde las primeras imágenes de “La enfermedad del domingo”, sabemos dónde situarnos, da igual el lugar, el país o la fecha, estamos en territorio abonado por el desánimo y la melancolía, donde quizá solo se vea una luz intermitente de esperanza. La sucesión de momentos, la muestra de recursos para bucear en la ficción, los mecanismos expresivos, la dimensión del lenguaje y los silencios, la variedad de escenarios, el amontonamiento de naturaleza en su desarrollo dramático, la escenificación de los personajes cuando el destino más golpea su sangre, rezuma por todos sus poros singularidad.

Hablando de esta película se puede decir que todo se conjuga en ella, para que la pantalla exhale esencias de épocas de tormenta en el río de la vida, de vientos que reconcilian, de colores a fuerza de quebranto. El director, haciendo un ejercicio de mimesis, va adquiriendo suficientes anclajes en trama, atmósfera, diálogos y puesta en escena, como para finalmente hacernos llegar a la conclusión de que nos hallamos ante un producto con vida propia, para ser más exacta, ante la película más delicada del cine español en este año.

Bárbara Lennie realiza una interpretación muy buena. Susi Sánchez está maravillosa como mujer poderosa y colmada, llevando su personaje al límite de la tragedia, siempre elegante. El resto: Miguel Ángel Solá, Greta Fernández, Richard Bohringer, Fred Adenis, Abdelatif Hwidar y David Kammenos, todos los componentes del elenco resplandecen en sus personajes. La música es del compositor y pianista gallego Nico Casal y la fotografía, del director de fotografía Ricardo de Gracia.

Una obra de extraordinaria sensibilidad que eleva con fuerza a Ramón Salazar.

 

Crítica: The Party

Sally Potter se encarga de la dirección y el guion de este largometraje, más sorpresivo y menos adolescente que su anterior película; “The Party” también escoge la amistad como espacio metafórico para esbozar un retrato desolador de una situación social, en este caso, Inglaterra.

“The Party” comienza con Janet (Kristin Scott Thomas) que lleva toda la vida esperando que la vida le brinde una oportunidad. Acaba de ser nombrada ministra del Gobierno. Ministra de sanidad nada menos, con lo que esto representa en la actualidad y esto hay que celebrarlo. Por ello lo festejará a lo grande, feliz y contenta organiza una fiesta, una fiesta para celebrar su elección con amigos, utiliza para el evento su domicilio que comparte con Bill, su marido (Timothy Spall). Janet da la bienvenida a todos con la mezcla de cariño y ternura que siente siempre que los ve, después sirve vino y todos contentos… Y este barco de alegría empavesado, con siete pasajeros a bordo no tarda en encallar en una ensenada sin forma posible de alcanzar su escollera.

El film de la directora inglesa Sally Potter no se detiene en elucubraciones, no pierde el tiempo que sus personajes no tienen: va al grano con penetrante tensión y rico humor, probablemente para abrir brechas de ambigüedad o tal vez por algún motivo más que exija el guion. Tan hábil es la construcción de su guion como sólidamente documentado. Igual que la puesta en escena, eficaz cien por cien, el fantástico control que da a la imagen el blanco y negro, con ese total estético en cada personaje, en cada objeto; tiene un decisivo valor simbólico y esa grandísima fortaleza del cine que verdaderamente apuesta seguro. “The Party” entra a fondo en un tema con múltiples y espinosas vertientes. Muchos de los temas más jugosos que la sociedad inglesa tienen su papel, recayendo el énfasis sobre todos los personajes y sobre la fuerza visual necesaria para que lo que proclama resuene en imágenes y diálogos.

Baste decir que Sally Potter cuenta una historia desde un punto de vista terrenal, sin caer en misticismos pero sin olvidarse del lado exagerado y sobre todo sin dejar atrás el sentido del humor. No hay nada que no guste en esta película de minutos justos, otra más, que hace de su sencillez la mejor de las cualidades. Una cálida comedia negra que inspira infinita simpatía, una de esas obras que traslucen la sencillez de quien la cuenta, la honradez de una narradora sin grandes pretensiones pero con mucho que decir, con voz propia.

Tres actores y cuatro actrices, todos inmensos asumen los perfiles psicológicos y mutuos de la situación, son: Timothy Spall , Bruno Ganz , Cillian Murphy, Patricia Clarkson, Cherry Jones, Emily Mortimer y Kristin Scott Thomas. La fotografía corre a cargo del director de fotografía ruso Aleksei Rodionov.

Película recomendable para quienes quieran pasar un rato divertido disfrutando con una buena historia que les distrae, bien creada y con un ritmo muy adecuado al desarrollo de la trama.

Nunca en mi vida había visto a Timothy Spall y a Patricia Clarkson con tan buenos ojos. En “The Party”, bordan sus personajes.

 

 

Crítica: Carmen y Lola

“Carmen y Lola” primer largometraje de la directora vasca Arantxa Echevarría, que se encarga de la dirección y el guion en una película dramáticamente osada, excelentemente pautada, soberbiamente escrita y magistralmente interpretada.

Carmen y Lola viven en el extrarradio de Madrid, una en el barrio de Vallecas y la otra en el barrio de la Uva. Dos adolescentes gitanas destinadas a afrontar una historia que se repite generación tras generación: casarse, criar hijos y cuidar del marido. Las chicas. Se conocen en el mercadillo de los martes, donde cada una atiende en el puesto de su padre. Carmen (Rosi Rodríguez) es más tradicional y está preparando su compromiso amoroso con un chaval que es primo de Lola. Lola (Zaida Romero) es también una chica familiar pero sueña con un mañana distinto, ella piensa asistir a la universidad, hacer una carrera, trabajar en lo que le gusta; ahora, en lo que invierte su tiempo libre y clandestino es en dibujar grafitis de pájaros y corazones en los muros de su barrio. Los días pasan poco a poco y ellas, con la excusa de fumar un cigarrillo donde nadie las descubra, semana a semana, entablan un sentir que no pueden controlar ni tampoco descubrir, y una y otra tratarán de llevar hacia delante su amor, a pesar de los inconvenientes y discriminaciones sociales a las que tienen que verse sometidas por sus familias…

Avanza la narración con la conciencia de la soledad de Lola, encarcelada en su secreto por todos los demás personajes. Una adolescente que se descubre diferente a las demás. No entiende al principio por qué le pasa y busca en el estudio, pero no encuentra en los libros referencias culturales con las que identificarse y asesorarse. Sale de casa y ocultándose en un locutorio busca en internet, pero no tiene más remedio que retroceder, se asusta de lo que ve, sola en el universo de su secreto, solo tiene la opción de recluirse en su desoladora identidad.

Del tejido de lo que la directora cuenta en “Carmen y Lola”, más una pulcra fotografía de Pilar Sánchez Díaz, surge toda una lección de contenido y moral de civilización, nos lo ofrece con la triste clarividencia de quien ha vivido y visto mucho y piensa que ya no estamos en la Edad Media pero que medievos puede haber en muchos lugares.

Lo logrado con esta película es un relato áspero, violento, pero (quizá por ello) lleno de verosimilitud y profundidad. El atractivo del elenco de intérpretes y su presencia ante la cámara es clave: transmiten con gran intensidad su forma y tradiciones, costumbres, determinación y ese punto llevado al extremo que solo se puede explicar con la ayuda de fuentes propias.

“Carmen y Lola” claramente es un estudio sobre la comunidad gitana, sus costumbres y prejuicios, que Arantxa Echevarría desprende de su piel para vestir su drama cotidiano. Un perfecto lienzo de concienciación social ante el nefasto efecto del amor trasgresor, que vuelve a su cauce con el delicado cierre de despedida.

Una película valiente, didáctica y necesaria. Interpretaciones, todas, magníficas destacando a Zaira Romero, Rosy Rodríguez y Carolina Yuste. En la música, Nina Aranda. Una película que me sensibiliza aún más porque la creo ciegamente, porque muestra el problema que todavía  sufren las mujeres que no pueden aceptar los roles establecidos y por hacerme sentir como a Lola y como a Carmen. Creo que es una película perfecta para mostrar en colegios e institutos. Gracias.

 

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