Crítica: American Factory

“American Factory”  es un trabajo documental, de los directores, productores y fotógrafos Steven Bognar y Julia Reichert. Ambos tienen en su filmografía documentales de mucho éxito, siempre rodados en entornos naturales y socialmente comprometidos: “A Lion in theHouse” (2006), “Making a MorningStar” (2015) y algún título más. El que hoy nos ocupa es un documental rodado con mucho tiempo y mucho detalle, un conjunto y una invitación a revisar esos lugares y esos periodos únicos: “American Factory”.

La historia cuenta con naturalidad y maestría como, en 2014, un multimillonario de procedencia china reabrió una antigua fábrica de General Motors en la ciudad estadounidense de Dayton, en Ohio. Para miles de trabajadores, que allí habían estado empleados, la llegada de una multinacional implicaba recuperar sus trabajos después de que el cierre cambiase sus vidas. Al principio, el contraste cultural choca un poco pero los problemas entre los planteamientos chinos y el norteamericano no tardan en florecer. Las escasas medidas de seguridad en el trabajo, unidas a un salario muy bajo, siembran dudas en la mente de los trabajadores. Por si esto fuera poco, la empresa amenaza a sus empleados con automatizar más el proceso de producción como respuesta a sus quejas, lo que conlleva la aparición de numerosos problemas a diario en la fábrica y en el equilibrio emocional y social de los obreros.

Steven Bognar y Julia Reichert, en “American Factory”, muestran magistralmente la irrupción y consolidación en el mercado laboral americano de la cultura empresarial china, aunque en realidad poco importa cuál sea el país receptor y cuál el visitante. La cuestión del mensaje creo que quiere llegar más allá de las naciones, se trataría más de la intrusión del nuevo orden en el trabajo o de la estrepitosa pérdida de los derechos de los trabajadores. Aunque en la película no faltan reivindicaciones, tampoco muestra pocas sumisiones. El resultado es un mensaje acertadísimo del verdadero alzamiento contra la clase trabajadora, extra aparte, se nos anunciaba, prometía, como un documental para disfrutar las diferencias, pero, en fin, creo que contiene mucho más, digno de análisis.

“American Factory” y el viento del cambio. El nuevo tiempo que en el fondo representa, contribuye, a pensar en la catástrofe económica que se avecina para nuestros pobres bolsillos y para nuestros sueños  duramente invadidos por las actuales políticas.

Les recomiendo que vean el documental y evalúen por ustedes mismos. Como saben quienes conocen mi pensamiento con respecto al cine, defiendo cada obra y valoro la libertad que los cineastas mantienen en cada producción. Vinculada a esta idea va mi análisis de este magnífico  documental que tanto transmite sobre lo que nos rodea. Nada contiene que no consiga llegarnos. Asistimos al papel que representan los sindicatos, materializando su rechazo, o muestra como se puede lograr de un día para otro informatizar gran parte de la producción más complicada, dejando sin trabajo a numerosas personas. Y esto es una historia real.

“American Factory” es un documental agudo, una producción original ocupando como estudio el lugar donde se mueve la trama, filmando cada detalle. Atentos a los personajes y a su espectáculo. Un documental ambicioso, una mirada incómoda y una esfera abierta a la realidad, centrado solamente en mostrar. Un buen trabajo, un logro completo y un testimonio  de dos de los más espectaculares  documentalistas. La narración se arropa con la música del compositor japonés Chad Cannon y la celeridad en la foto de Aubrey Keith, Jeff Reichert, Erick Stoll y los propios directores  Steven Bognar y  Julia Reichert.

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