Crítica: El reino

“El reino”, casi dos años hemos esperado hasta que el director de cine Rodrigo Sorogoyen nos ha vuelto a sorprender con su trabajo. Ahora, le damos la bienvenida a su thriller político y demoledor, que funciona con brutal cadencia y con la voluntad de denunciar lo denunciable.

Rodrigo Sorogoyen, el director de “Que Dios nos perdone” (2016), señala en su película el lacerante asunto de la política española como quien hace una película histórica. La escena se abre en una comida a lo grande con amigos, compañeros y hermanos del partido al que pertenecen. Entre ellos está Manuel López Vidal (Antonio de la Torre), que es el vicesecretario político de una autonomía. Un hombre que lo tiene todo, poder, influencia política y además una mujer hermosa, Inés (Mónica López ), y una hija preciosa, Lucía (Laia Manzanares). Manuel está en la fase previa a dar el gran salto a la política nacional. Pero, al día siguiente del banquete, salen unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción política junto a su compañero de partido y amigo, Paco (Nacho Fresneda). Mientras los medios de comunicación y la opinión pública empieza a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas para salvarse. Atrapado en una espiral de supervivencia, se verá obligado a luchar contra una tremenda legión de corrupción política encabezada por el todo poderoso, Frías (Josep Maria Pou) y la señora Ceballos (Ana Wagener).

No sé si decir que esta película está basada en hechos reales, creo que no es necesario. A veces basta con la evidencia que regala la pantalla. Lo que sí tengo que decir es que esta película incómoda, me dio más de lo que esperaba. Los mejores y más perturbadores momentos e imágenes de la cámara admirable de “El reino” permanecen en mi cabeza aun cuando ha pasado algo de tiempo de su visionado. Me parece tan real, tan creíble, tan bien hecha señalando y enjuiciando…, con esos personajes fatigados, orgullosos y miserables en su golpe maestro a la sociedad que los favorece para que les representen,  personajes que parecen salir de la ficción más imaginativa pero que todos sabemos que es la realidad de “El reino”. Trama bien urdida y funcional, sin que sobre o falte un plano, de una delicadeza que solo algunos directores pueden permitirse, encajando todas las piezas, sin efectismos: la denuncia social se hace cuerpo y  Rodrigo Sorogoyen vuelve a triunfar.

Con guion de Isabel Peña y el propio director, Rodrigo Sorogoyen, el film español “El reino” centra su banda sonora no solo en la clave de mantener la tensión y la atención del espectador, sino que la música del compositor parisino Olivier Arson es todo un progresivo delirio, un nervio que crece y crece cuando las imágenes atesoran más intriga y la dimensión adquiere dominio trágico. Transitorios apuntes sonoros sobre un silencio dominante de posibilidades ciclópeas. Otro de los factores que favorecen a la película es la fotografía de Álex de Pablo, el joven director de imagen matiza cada movimiento en la escena, manteniéndose como un espacio reconocible y totalmente natural. En el reparto, Antonio de la Torre con una actuación enorme, llevando las acciones de su personaje al máximo con una naturalidad y veracidad absoluta. Josep María Pou, Nacho Fresneda, Ana Wagener, Mónica López, Bárbara Lennie, Luis Zahera, Francisco Reyes, María de Nati, Paco Revilla, Sonia Almarcha, David Lorente, Andrés Lima, Óscar de la Fuente y Laia Manzanares. Todos parecen conocer de qué hablan y a la fauna que van a representar. Se introducen con tal acierto en la piel de los personajes y trabajan su perfil con tal soltura que adquieren el derecho de ser otro de los pilares imprescindibles en la película “El reino”.

Estallido cinematográfico que muestra las tripas del poder.

Crítica: Que Dios nos perdone

que-dios-nos-perdoneRodrigo Sorogoyen es un joven director de cine y guionista, en general polifacético cineasta, del que recordamos cortometrajes de sus primeros años y cómo no, en el mundo de la televisión una gran cantidad de series conocidas. Para la pantalla grande se nos dio a conocer con su primer largo “8 citas”, en 2008; “Stockholm” llegaría años más tarde, en 2013 y traería consigo un buen ramillete de premios para sus creadores. En 2016, nueva película, un thriller que apunta alto. Crítica de la película “Que Dios nos perdone”.

La película nos muestra a los inspectores de policía Alfaro (Roberto Álamo) y Velarde (Antonio de la Torre) en  Madrid, verano de 2011, centro neurálgico de varios acontecimientos. Ambos policías deben realizar una investigación contrarreloj cuando la capital está repleta de visitantes por la llegada del Papa. Un asesino sigiloso y muy peligroso anda suelto. Para los inspectores es éste un programa ambicioso y apasionante del que no quieren privarse pero están rodeados de una serie de acontecimientos políticos que se desarrollan alrededor de ellos y de personajes a los que solo les interesan los resultados rápidos para que luzcan los de rriba, esto complicará mucho la investigación.

Rodrigo Sorogoyen con su guionista de cabecera, Isabel Peña, escriben una historia donde no hay otro espacio que una intriga realista, capaz de hacer creer, de alterar, de hacer participar al espectador en lo que está viendo. “Que Dios nos perdone” es por su narrativa y su buen hacer una invitación a renovar nuestra capacidad de asombro por el cine patrio. Con música de Olivier Arson y fotografía de Alejandro de Pablo.

imagen-de-que-dios-nos-perdoneEn “Que Dios nos perdone” la maldad tiene nombres y apellidos. Es memoriosa y cautelosa. Es una contradicción íntima, en una lucha de delitos anónimos. Siente necesidad de destruir sin preguntas ni explicación, porque la maldad es un territorio desconocido y atávico sin lenguaje. El lenguaje aparece en los dos principales personajes, los inspectores Velarde y Alfaro, uno conduce al otro para juntos encontrar la línea que haga desenterrar la maldad del pasado, la maldad del presente, entre el amor que se acoge y se repudia y el instinto profundo de querer reconciliarse con la vida, o explorar en los abismos dilatados de las profundidades imprecisas.

Sorogoyen hace su mejor película, lenta y minuciosamente baraja la intriga como detective, esconde la trama detrás de las sicologías de los hechos y nos lleva de la mano hacia el lucimiento de sus estrellas; un casi irreconocible Antonio de la Torre, un eficaz Roberto Álamo y los siempre sólidos Javier Pereira, Luis Zahera, José Luis García Pérez, Mónica López, María Ballesteros, Rocío Muñoz-Cobo, Ciro Miró, Andrés Gertrúdix, Raquel Pérez, Silvia Casanova y Josean Bengoetxea, que no están solo para brindar apoyo a Rodrigo Sorogoyen en su reafirmación como director . Él por su parte sabe encontrar un tono propio, ralentizando lo incierto como un espejismo perfecto para ahondar en los personajes. Ellos, los actores, tienen vehículos y medios de interpretación, miradas, gestos míticos y tienen en sus personajes cielos oscuros o enrarecidos. Ellos, los actores, están magníficos.

Es cine serio, es buen cine: “Que Dios nos perdone”.

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