Crítica: Green Book

Peter Farrelly, productor, director y guionista estadounidense, ha tenido hasta aquí una gran carrera como director de películas de la talla de “Dos tontos muy tontos”, de 1994, o Algo pasa con Mary”, de  1998, películas que nos hicieron reír, argumentos divertidos, actores buenos y ocurrencias originales. De “Green Book”, su actual película, basada en hechos reales, podemos adelantar que es un canto colectivo y un interesante intento de mezclar comedia con la lucha racial. En el guion ha estado acompañado por Brian Hayes Currie y Nick Vallelonga.

La película se abre aproximadamente a mediados de los sesenta en Nueva York. Tony Lip (Viggo Mortensen) es un hombre bruto e inteligente que vino de Italia y se quedó en el Bronx. Está casado con Dolores (Linda Cardellini) y tienen tres hijos. Tony trabaja de asistente en un importante club de la ciudad pero, de repente, cierran el establecimiento para reformas y se queda sin trabajo. No tarda en ser contratado como chófer del famosísimo pianista negro Don Shirley (Mahershala Ali), durante una gira de conciertos por el sur de Estados Unidos, deberá tener presente «El libro verde», una guía que indicaba los pocos establecimientos donde se aceptaba a artistas negros. Músico y chofer, dos personas que tendrán que hacer frente al racismo y los prejuicios para seguir sus caminos, para vivir sus vidas…

Por encima de los hechos, sobrevuela la extraña expectación entre dos hombres distintos de una forma complicada, el clima que crean, el misterio que transita y sus sentimientos.

Ya había visto en las películas de Peter Farrelly la sucesión de carreteras, el destino y la amistad. Único en estilo, tiene la gran facilidad de pasar de la comedia al drama, de la situación jovial a la angustia desesperada, sus escenas con Viggo Mortensen y Mahershala Ali son notorias, llevando en la trama a dos hombres que quieren sobrevivir, cruzando lo más arcaico del panorama humano. Por eso “Green Book” es tan agradable, tan cariñosa con el espectador y tan capaz de llenar superando la perversidad, lo original y angustioso que aqueja al personaje que encarna Mahershala Ali en su enorme soledad. Es esta una comedia que hibrida los códigos del cine cómico con la épica del cine sobre racismo.

“Green Book” acierta, es casi un manifiesto funcional de cómo se hace, si lo que pretendes decir, lo dices en una bien trabajada reflexión, en la que el sacrifico del drama eleva la calidad y fidelidad, logrando momentos singulares en su recorrido.

“Green Book” disfruta de un reparto de lujo. Es una suerte la habilidad con la que están dirigidos los actores principales Viggo Mortensen y Mahershala Ali, nos seducen desde su discurso y sus perfiles evitando cualquier asomo de desánimo, consiguen recubrir de emoción lo que cuentan y nos llevan en volandas hasta la conclusión de su nudo. Todo el reparto funciona en una asociación indeleble: Iqbal Theba, Linda Cardellini, Ricky Muse, David Kallaway, Montrel Miller, Harrison Stone, Mike Young, Jon Michael Davis, Don DiPetta, Mike Hatton, Dimiter D. Marinov, Craig DiFrancia, Gavin Lyle Foley, Randal Gonzalez y Shane Partlow, humor, drama, empatía y amistad, una combinación que asegura al espectador disfrutar de diversión y salir del cine con ganas de volver.

La música del americano compositor y pianista Kris Bowers, que también para la película fue profesor de Mahershala Ali y en la película los primeros planos de las manos del actor tocando el piano son del gran Bowers. La fotografía de Sean Porter.

Véanla.

 

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