Crítica: Pesadilla en Elm Street. El origen

CartelEl análisis de “Pesadilla en Elm Street. El origen”, viene dado desde el principio y de lejos, por el acercamiento a un ser, a quien una sociedad poco misericordiosa aparta de golpe, no tratándolo como a un enfermo, sino como a un criminal.

Nos hallamos ante un argumento  centrado  en un clima absolutorio. Un grupo de jóvenes, uno de ellos, Kris, está solo. Son más de la cuatro y media de la madrugada y permanece  sentado en el bar, no puede, no debe dormirse, mientras esté despierto estará a salvo, cada minuto que pasa es más difícil resistirse a caer rendido por el sueño, ni él ni sus amigos, Nancy, Quentin, Jessie…. ninguno del grupo puede permitir que el horrible hombre del jersey a rayas, con la cara quemada y los dedos de cuchillas, se meta en sus vidas y los aterrorice. Todos se preguntan ¿por qué?, querrán saber, por qué todos ellos tienen el mismo sueño maldito, ¿alguien, se lo explicará?

Samuel Bayer se perfila como un cineasta que habrá que tener en cuenta en el futuro . “Pesadilla en Elm Street. El origen”, -basada en la realizada por Wes  Craven en 1984-, es ahora su primer trabajo en la dirección de largos, sin desmerecer sus anteriores ocupaciones dentro del mundo de los videoclips, en lo que destaca brillantemente. Se encarga de la producción, Michael Bay, con lo que la calidad acción-visual está garantizada. En el reparto, encabezando el nudo actoral, Jackie Earle Haley, que se mete en la piel Freddy Krueger; junto a Rooney Mara, Katie Cassidy, Thomas Dekker y Kellan Lutz, una nueva generación de actores, a los que también damos un voto de confianza.

“Pesadilla en Elm Street. El origen” es una película de terror nostálgica, aunque en el trayecto de su recorrido, entran por la ventana brisas de mejora creativa; en la relación del grupo de adolescentes, se formulan escenas totalmente renovadas. Esta nueva entrega cierra una etapa al tiempo que abre una gran interrogante, por un lado constituye el último intento de inmortalizar a Freddy, y por otro si llegamos a la clave purista de la obra, marcada por un severo quietismo y unas relevantes, oscuras y exiguas tomas, en las que no existen las convenciones heredadas, podemos estar casi al principio de una nueva cadena de historias distintas en la vida de este personaje.

Cartel de la película dirigida en 1984

Tengo que advertir que por razones cordiales puramente cronológicas, y si se quiere de orden entrañable, escompresible que yo no vea agujeros donde los haya, en todo caso para vencer opiniones despectivas, diré que sí, que es otro remake más, que tiene cosas que ya se han visto y que hasta pudiera ser prescindible, pero a mí me ha parecido oportuna, comprendo que es mucho pedir que una película que está condenada de antemano por todo tipo de ataques, pueda yo darle un voto positivo, pero es que para quien escribe contiene algo excepcionalmente valioso. No comparo a Samuel Bayer con Wes Craven en la dirección, como tampoco me paro a analizar las diferencias interpretativas de Jackie Earle Haley y Robert Englund, dando vida a Freddy Krueger, ni a ninguno de los actores que por primera vez elaboran estos personajes. Ambas son diferentes y no hay que decantarse por ninguna de ellas, las dos tienen mérito, yo en ésta, he disfrutado una película nueva, puedo decir que las de la saga de Pesadilla son las únicas películas de terror que siempre he visto de buen grado y creo que debo recomendarla, para los seguidores de la serie y para los que no lo son, es una nueva versión del clásico de terror y, los seguidores, nunca estaremos saciados por su reproducción en el celuloide, sí fascinados, por el recuerdo de la anteriores (hemos crecido con ellas) y entregados a este largometraje y a los que puedan venir.

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