Crítica: Wall Street: el dinero nunca duerme
16 octubre 2010 2 comentarios
“ Wall Street: el dinero nunca duerme”, a simple vista podía parecer la versión más fiel de cómo se maneja el dinero de la economía mundial, su argumento, centrado en el guión de Stephen Schiff y Allan Loeb, se basa en un mundo inmerso en la crisis financiera y Oliver Stone nos lo explica, así: Jake Moore (Shia Labeouf) es un agente consejero y asesor de una empresa de las finanzas, tiene una vida acomodada y una forma de vivir a base de mucho dinero. Las personas para las que trabaja son despiadados acaudalados corporativos que se traicionan y destruyen unos a otros sin piedad, Jake está en medio de todo el tumulto de la burbuja financiera, es tocado y casi hundido. Cuando toda la economía cae, el gobierno niega un plan de rescate económico, la cosa está complicada para el mundo del dinero. Un día, Jake acude a la presentación de un libro del feroz ex financiero Gordon Gekko (Michael Douglas). Gekko salió hace un tiempo de prisión, tiene una hija Winnie (Carey Mulligan) lleva tiempo sin relacionarse con ella, y desea recupérarla, resulta que Winnie es novia de Jake. El joven entabla amistad con Gekko y le promete que propiciará un encuentro con su hija, a cambio Gekko también le proporcionara algún privilegio, y Jake sin darse cuenta se está metiendo en una zona de arenas movedizas.
Oliver Stone, en “Wall street: el dinero nunca duerme”, su nueva película, pretende (más allá de su aportación de una nueva obra para el mundo del cine) recuperar un personaje y resucitar el tema del mundo de las finanzas. Le confiere un trazo más dilatado y ligero que en su antecesora, crecidamente abstracta y menos osada, centrándose en la caída del símbolo del capitalismo salvaje pero dándole un toque sentimental que envuelve todo el metraje.
Stone nos presenta de nuevo el tema de la burbuja financiera, secuela, creo que algo tardía de la ya famosa Wall Street, que hiciera con gran acierto en el año 1987, la factura técnica y estética es meritoria y desde la efectividad podríamos decir que puede ser interesante, pero aun así y siguiendo exclusivamente de mi gusto personal, me resulta simplista y no sé si mas oportunista que oportuna. Su antecesora poseía un ritmo delirante de tensión continua que en ésta está ausente, la energía de los personajes antiguos aquí no aparece, la fascinante maldad que brotaba en el ambiente de aquélla no mana en ninguno de sus puntos más altos. Oliver Stone es maestro contando la historia y la cuenta fenomenal, pero de un modo inofensivo, inocuo, sin poner magnetismo en sus variantes, a pesar de su diversidad temática no te engancha con su encantamiento, además se echa mucho de menos al Stone crítico del sistema político de los Estados Unidos, queda totalmente ausente ese toque característico de mordacidad soslayada a la que nos tiene acostumbrados.
Si hablamos de actores en este aspecto es justo destacar a Josh Brolin que enfatiza su trabajo en su personaje, creando en él la sensación de normalidad bajo la cual se oculta la turbulencia de un hombre sumamente ambicioso; Shia Labeouf desarrolla un papel protagonista siguiendo los parámetros marcados pero sin relieve en su representación; Michael Douglas exhibe una interpretación un poco estática aunque siempre sus ojos muestran magistralmente lo que el personaje necesita trasmitir; Susan Sarandon aparece muy poco y, bueno su personaje es necesario pero transparente absolutamente; en cuanto a Carey Mulligan, una actriz por la que siento predilección, hace un papel visible desde el principio sin cambiar su registro habitual.
La vi con la mejor compañía y ,aunque es cierto que la trama no te atrapa como puedes esperar antes de verla (no profundiza), la disfrute con palomitas y chuches. Un saludo
El guión más logrado de Stephen Schiff.