Crítica: Entrelobos
29 noviembre 2010 14 comentarios
Mi crítica de hoy lunes es para una nueva y preciosa película que ha irrumpido en las salas de nuestros cines, “Entrelobos”, dirigida por el director cordobés Gerardo Olivares, del que recordamos varias obras que dejaron un rastro inolvidable en nosotros: “14 Kilómetros”, “Una nube en Bhopal” y “La gran final”, todas dueñas de un formidable puñado de premios. Olivares escribe el guion fundamentando su argumento en la vida real de Marcos Rodríguez Pantoja nacido en Cardeña, provincia de Córdoba. Un hombre que siendo niño, cuando tenía siete años, fue vendido por su padre a cambio de cinco cabras al señorito de la finca donde se cobijaban; este poderoso rico (José Manuel Soto) se lo mandó a uno de sus cabreros (Sancho Gracia) para cuidar el rebaño, con él aprendió a cuidar de los animales, a buscar comida , a cazar de formas distintas, y a curar heridas de forma natural en un perdido valle de Sierra Morena, lugar que hoy forma parte del parque natural de la sierra Montoro Cardeña. Al poco tiempo el cabrero muere y Marcos (Manuel Camacho, de niño, y Juan José Ballesta , en la juventud) se quedó sólo, y completamente aislado en medio de un paraíso rodeado de toda una fauna solidaria.
Gerardo Olivares seduce con el guion por su grandeza de mensaje sin entrar en la substancia política que entonces sitiaba a Andalucía, pero además lo narra de forma tan poética, sosegada y placentera, con una lírica cinematográfica tan atrapante que hace de “Entrelobos” un bello manjar para el espectador. En “Entrelobos” no hay nada efímero, todo está consolidado ya desde la idea hombre-naturaleza, el creador de “Las rutas de las Córdobas” nos introduce de lleno en la vida del personaje, la apasionante a la vez que desgraciada niñez de Marcos, al tiempo que brinda un documento inédito y fascinante de lectura universal, analizando desde un punto de vista pedagógico, divulgativo y palpable el hábitat deslumbrante de Sierra Morena. Olivares nos ofrece desde la palma de su mano como ubre inmensa, las cuatro estaciones que visitan el fulgente macizo. Si a ello le ponemos una pulcra y calculadamente efectiva fotografía del maestro Óscar Duran, el toque de filmación de animales de Joaquín Rodríguez Cacha, que se ensalza con la envolvente y hechicera música del director Klaus Badelt, y a la vez un grupo de excelentes actores que trabajan sus personajes como si fueran aquellos que lo vivieron, entonces tenemos como resultado “Entrelobos”, una película que no puede decaer, que siempre estará fresca para disfrutarla.
Manuel Camacho, Juan José Ballesta (Bruc, el Desafío), Carlos Bardem, Luisa Martin, Sancho Gracia ( Balada triste de trompeta), Antonio Dechet, Rodolfo Sancho, Eduardo Gómez Manzano, y algunos más, todos consiguen una obra terapéuticamente recomendable.
Yo, he contemplado días inmensos y noches estrelladas en aquella querida sierra a la que siempre arropa el mismo abrigo verde en sus dispares tonalidades, llueva, haga sol o esté nevando, esa sierra es en sí misma una exposición explícita de la naturaleza agradecida. He sido muy afortunada de escuchar en la noche los aullidos de los lobos con mis tíos de Venta del Charco en la finca “La Onza”. En aquellos meses de vacaciones, una niña feliz que descubría cada día con mis primos lo nuevo que el monte nos daba, recuerdo aquello con la mayor de las devociones, ahora visito con regularidad la zona, sobre todo Cardeña. Precisamente allí pude conocer por estas fechas, el año pasado, a Juan José Ballesta, en los días de pleno rodaje (guardo las fotos con gran cariño), además de Marcos Rodríguez Pantoja y Gerardo Olivares.
“Entrelobos” es un regalo para los sentidos.
Gerardo Olivares triunfa de nuevo con su cine palpitante.
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