Crítica: Intemperie

Nos encontramos ante el regreso del doble ganador del Goya, el director de cine español Benito Zambrano, artífice del guión y la dirección de películas como “Solas” y La voz dormida. En esta ocasión, y después de años esperándole, nos regala una nueva obra: “Intemperie”, basada en la homónima novela de Jesús Carrasco que fue premio de literatura europea en el año 2016 y que han adaptado para el cine los hermanos Pablo y Daniel Remón, junto a Benito Zambrano.

“Cuando canta el gallo negro es señal que viene el día, si cantara el gallo rojo otro gallo cantaría”, con el canto se abre la película y después del canto, o antes, eso no se sabe, un niño (Jaime López) se ha escapado de un cortijo donde lo tienen recogido porque su familia es muy pobre. La casera (María Alfonsa Rosso) va corriendo a avisar al capataz (Luis Callejo) que se vuelve loco de ira. Manda, ordena, buscar al chavalillo. Lo quiere sin un rasguño, sano y salvo. Los hombres del capataz, el Triana (Vicente Romero) y el viejo (Kandido Uranga), lo buscan con sigilo y sin descanso. El niño, que no les lleva mucha ventaja, huye, quiere coger el tren, pero todo lo que le rodea es un páramo desierto; solito, se encuentra en medio de una llanura inmensa que deberá cruzar a pie, con todos los peligros que le acechan y sin agua. Por suerte para él, se encuentra en el camino de un humilde pastor (Luis Tosar) que le ofrecerá protección y ayuda.

“Intemperie” es una película que recuerda mucho al western, miremos como miremos la tragedia en las películas de Zambrano ha marcado su recorrido; nadie que participe en la cultura y tenga sensibilidad dejara de recibir el impacto, y la necesidad de trasladarlo hace de Benito Zambrano un contador de historias atraído por los problemas de la sociedad, es un cineasta que de repente tira de un hilo y empieza a desmadejar. Desde el submundo de la miseria y el sentimiento hasta los altos cargos del sistema, todo ello con la credibilidad y la huella que imprime el campo árido mostrado y todos los detalles que convierten la película en un western dramático y en un thriller social.

Benito Zambrano, sin hablar de lo que habla, dice justo lo que quiere decir, la enorme tierra andaluza de los años cuarenta; latifundios, tiempo de fruto en barbecho y una masa de gente que no tiene nada, excepto una cueva-casa, la multa de muchos hijos y lo que diga el señorito; gentes que nada pueden hacer dependiendo en cuerpo y alma de aquel que los anula.  En “Intemperie” sin duda lo mejor es la sensibilidad con que Zambrano afronta la historia, la forma en que retrata a gente anónima que habita por algún lugar, la personalidad de los personajes principales; el tirano capataz, sus esbirros, el niño que sufre sus maldades y el buen pastor.

Un reparto encabezado por veteranos como Luis Tosar y Luis Callejo, nadando en las aguas de un guion interesante, con el resto de actores y actrices que componen el elenco: Jaime López, el niño, que hace un trabajo magnífico. Vicente Romero, Manolo Caro, Kandido Uranga, Mona Martínez, Miguel Flor De Lima, Yoima Valdés, María Alfonsa Rosso, Adriano Carvalho, Juanan Lumbreras y Carlos Cabra. En la música, el compositor Mikel Salas. En la fotografía, el director de fotografía barcelonés Pau Esteve Birba.

Es una película edificada sobre un niño, un capataz y un cabrero, que personifican: la inocencia, el mal y el bien.

Véanla, es un cine de mirada dulce, incluso en los pasajes más crepusculares…

 

 

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