Crítica: El mundo según Barney
20 abril 2011 2 comentarios
Premiada en los Globos de Oro, al mejor actor de comedia para Paul Giamatti; nominada a los Óscar, al mejor maquillaje; premio a mejor actriz secundaria en los Satellite Awards; y nominada al León de Oro en Venecia, entre otros, “El mundo según Barney” está basada en la novela “Versión Barney”, del escritor canadiense Mordecai Richler, al que muchos llamaron en su país “la estrella resplandeciente de su generación literaria”. “El mundo según Barney”, de Richard J. Lewis, apoyado en el guion de Michael Konyves, nos sumerge en una historia de aventura personal, la de Barney Panofsky (Paul Giamatti), un famoso productor de telenovelas en la televisión de Montreal, con un considerable hábito al consumo exagerado de alcohol. Seguidor incondicional y apasionado del hockey, pasa sus días llevando una subsistencia interesante, a veces, entre la ambigüedad plena de su ego, y otras transigiendo una realidad poco amable. No se comprende, con su físico y sus adicciones, pero se casa tres veces con mujeres espectaculares: la primera, Clara (Rachelle Lefevre), una linda mujer desahogadamente libre con la que Barney comparte muy poco tiempo. En Montreal, conoce a su segunda esposa Mrs.P (Minnie Driver), una adinerada mujer judía inconsciente, excéntrica y avispada con la que no fue feliz; a continuación, llega Miriam Grand (Rosamund Pike), una belleza tenue con una voz melodiosa y dulce, y una paciencia admirable, su tercera esposa, el gran amor de su vida. Barney tiene un padre al que admira, es un tipo singular, llamativo y verboso en su reducido repertorio de conductas, fue policía en Montreal ahora retirado del servicio, Izzy Panofsky (Dustin Hoffman), y además un amigo de quien se ocupa en los momentos bajos, Boogie (Scott Speedman).
Desde hace años las obras literarias donde la imaginación es base del argumento, intentan en el cine mostrar una imagen nítida, allí donde la literatura se conforma con sugerir; en la pantalla, “El mundo según Barney” explícitamente goza de elementos visuales tan interesantes como lo es el hecho de que la exposición de personajes tenga casi tanta importancia como el guion. Esta película aguanta a la perfección su visionado sin precipicios de interés ni desfallecimientos rítmicos. La capacidad de Lewis para crear imágenes remachadas a su estilo, trazando paralelismos que sobrevuelan en cada fotograma y que a veces recuerdan a una representación teatral, hacen de “El mundo según Barney” una obra trufada de latigazos genuinamente acertados y de guiños extraordinarios de expresión narrativa. Lewis parece tan impaciente como obsesionado por retratar el amor en la pareja, como la máxima expresión de los mecanismos de poder humano, La película nos vuelve a encariñar con la comedia dramática, un film por el que Richard J. Lewis anda a sus anchas, abordando la filosofía en clave de comedia y jugando con el espectador a trasformar sentimientos, pretendiendo siempre una sonrisa con la misma intensidad, que el inevitable escalofrió.
Lewis con esta película se consolida como un director metido de lleno en el nuevo cine, su mirada, el efecto y la inspiración, son tan amorosamente modulados, que nos preguntamos si alguien lo podrá hacer mejor que él, sin duda, parece preparado para sentar cátedra, claro que dispone de Paul Guiamatti, (uno de los placeres de esta película) cada vez más especializado, brindando un trabajo preciso, rodeado de registros que golpean con emoción, con una naturalidad absoluta demuestra, como ha hecho en tantas películas, que es un extraordinario actor transmitiendo emociones, expresa de forma magistral la manera de ser del personaje, regalando al espectador, desde la más espontánea carcajada, hasta la más dulce lágrima. Su buenísima interpretación da mucha fuerza a una película que sumando la dirección de Lewis y las magníficas actuaciones del resto del reparto se convierte en una más que aceptable obra del cine de hoy.
Para completar el acabado de “El mundo según Barney” se necesita tiempo, Lewis lo maneja y dosifica, cuenta una historia completa en el periodo de tiempo necesario, la primera mitad se filtra maravillosamente y la segunda aún mejor que eso; Lewis abre un cuadro que emociona, un tránsito que va directamente al corazón, un mensaje de conexión, nos dice que todo es inevitable, pero si nada funciona, si todo se ha ido, nos queda la familia.
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